Tuesday, September 30, 2008

Vals Un minuto 2

A ritmo de Chopin, quien en sus últimos años vivió al lado de Aurora Dupin, mejor conocida por el seudónimo de George Sand con el cual firmaba sus publicaciones. La Dupin era una mujer extraordinaria en todos sentidos: inteligente, culta, talentosa, bella e independiente. Tuvo amistad con un notable grupo de artistas de la época, entre los cuales coleccionó amantes, no obstante siendo su más reconocido amorío el que sostuvo con el compositor polaco. En el Paris de aquellos años era imposible que dos personalidades como Chopin y Sand no se hubiesen unido, el romántico y soñador músico que anhelaba la liberación de su pueblo y la mujer de recia personalidad que escandalizaba a medio mundo porque solía vestir con ropas de hombre, fumar puros y luchar por su propia libertad. El vals de un minuto que estoy escribiendo no quiere más que reflexionar acerca de la causalidad, el valor para ser uno mismo aunque el resto de la humanidad te condene y el amor como eje central de la existencia de los seres.

Tienes un amigo

“When you’re down an troubled, and you need a helping hand, and nothing, whoa nothing is going right. Close your eyes anf think of me and soon I will be there to brighten up even your darkest nigths” (Cuando estés triste y preocupado, y necesites una mano amiga, y nada, nada va bien. Cierra tus ojos y piensa en mí, y pronto estaré ahí. Para iluminar incluso tu noche más obscura). La voz de Carole King canta “You’ve got a friend” desde un disco de 45 revoluciones que gira sobre el plato de un viejo tocadiscos. La música invade el breve espacio de la sala; como ocurre todas las tardes del verano en aquella ciudad templada, afuera llueve una lluvia menuda que refresca tanto el clima que ellos se abrazan casi sin pensarlo y bailan al ritmo de Carole King; no lo meditan, no caen en la cuenta que están subvirtiendo el orden de una relación que puede volverse complicada. Así es el amor, incontenible, llega así, desatado por unos acordes, una mirada, el simple tacto de los dedos; puede ser fugaz o duradero, pero nunca eterno. Puede prolongarse de manera indefinidida o interrumpirse por las circunstancias de la vida, esfumarse como Carole King del mapa musical y solo conservarse como el más bello de los recuerdos. No se, dice ella, qué hubiera sido si realmente se hubiese concretado en una vida juntos. Yo si se, dice él, aún nos estaríamos amando, nos hubiésemos ido a China o a África o a la Polinesia, dondequiera que se pudiera reiniciar la vida, pero seremos amigos, dicen ambos, antes de despedirse una mañana de otro verano. Llama siempre que me necesites, dice él levantando la mano en señal de despedida. “You just call out my name, and you know wherever I am, I´ll come runnig, oh yeah baby to see you again (Tú solo grita mi nombre, y tú sabes que donde sea que esté vendré corriendo, oh sí nena, a verte otra vez). Ahora, mientras sostiene en sus manos el periódico de la mañana donde la noticia de ocho columnas anuncia su muerte en un horrible accidente de carretera en un lejano lugar del país, ella recuerda cómo lo vio la última vez: abriendo su amplia sonrisa hacia el infinito.

De brujas y blondies

Por razones de espacio, lo que me faltó escribir la semana pasada, es que en el estereotipo masculino de la brujas, éstas por lo regular son feas, viejas y arrugadas, capaces de espantar hasta al más valiente. Claro que en algunos mitos y en la literatura hay otros tipos de brujas. Por ejemplo Medea, la hechicera que atrapó en sus redes a Agamnenon, aunque luego se vengó de su abandono matando a los hijos. O también, en la literatura mexicana tenemos el personaje de Carlos Fuentes: Aura, bruja que podía aparentarse como joven, bella y seductora o vieja, fea y repulsiva sucesivamente. Qué tiene el personaje de Fuentes, que se mantiene eterna robándoles el amor a los hombres, por eso es bruja. En la antítesis, a la bruja se contrapone otro estereotipo masculino para lo femenino, la hermosa rubia, tonta y siempre dispuesta sexualmente Marilyn Monroe, que prefiere parecer retrasada mental antes que quedar mal ante los ojos varoniles. Estereotipo que surge con fuerza en las décadas posteriores a la Segunda Guerra, cuando era necesario regresar a las mujeres a su hogar y mantenerlas disponibles para los varones. Por cierto que hay una película contemporánea que parodia esta postura, se titula en español “Mujeres perfectas” con Matthew Broderick, Nicole Kidman, Christopher Walken y Glenn Close. Claro que Marilyn fue tan re-tonta que se dejó suicidar, perdón quiero decir seducir por los hermanos Kennedy y acabó como ya todos sabemos.

Debe haber otro modo se ser humana

Las mujeres de hoy debemos dejar atrás los estereotipos, no podemos ser ni las brujas malas, ni las rubias tontas, ni las princesas encantadas, ni las virgencita-traigo-las- flores. Seamos nosotras mismas, permitámonos aprender de los errores y vanagloriarnos de nuestros aciertos. Sólo así podremos crecer. Como dijo Rosario Castellanos en su poema “Meditación en umbral”: “No, no es la solución tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoi, ni apurar el arsénico de Bovary ni aguardar en los páramos de Ávila del ángel del venablo antes de liarse el manto en la cabeza y comenzar a actuar. No concluir las leyes geométricas, contando las vigas de la celda de castigo como lo hizo Sor Juana. No es la solución escribir, mientras llegan las visitas en la sala de estar de la familia Austen, ni encerrarse en el ático de alguna residencia de la Nueva Inglaterra y soñar con la Biblia de los Dickinson debajo de una almohada de soltera. Debe haber otro modo que no se llame Safo ni Mesalina ni María Egipciaca ni Magdalena ni Clemencia Isaura. Otro modo de ser humano y libre. Otro modo de ser.”

Un minuto sin tomar aire


¿Recuerdan ustedes aquel famoso Vals del Minuto (Chopin), proesa musical que la cantante Nacha Guevara, a su modo convertía en su particular hazaña al cantar una precipitada canción prácticamente sin tomar aire? Bien, pues ese es justamente el fondo musical sobre el cual escribo hoy. Y….

Las brujas

Durante la Edad Media, en Europa murieron en la hoguera millones de mujeres acusadas de practicar la brujería, es decir, de tener tratos con el Malvado, y con hechizos y conjuros malévolos lograr sus propósitos, casi siempre en perjuicio de otros. Algo muy curioso es que tanto en los registros como en las tradiciones populares se habla de las brujas no de los brujos, concibiendo a estos personajes como entes femeninos preferentemente, lo cual de por si indica un sospechoso sesgo de género. A estas alturas de la humanidad es innegable el hecho de que estas mujeres fueron, por el contrario, víctimas de la ignorancia y del fanatismo. Es probable que muchas de ellas perteneciesen a culturas y etnias que oponían resistencia cultural a la opresión de la hegemonía religiosa y militar que paulatinamente se adueñaba de aquellos territorios enarbolando la cruz y el nombre de Cristo como justificación para sus brutales intereses. Quizá muchas de ellas fuesen practicantes de ancestrales ritos mágicos o antiguas religiones locales, o, simplemente mujeres sabias, fuertes, libres, indomeñables e insumisas, líderes de sus pueblos por mérito propio a las cuales era necesario eliminar, y la mejor estrategia para hacerlo fue acudiendo a la superstición de la masa inculta.

Mil años después, en plena era de la Cibernética, la triste historia de las brujas se repite tomando otras dimensiones y formas, pero con el mismo peso devastador en el terreno de las construcciones simbólicas. Las mujeres brujas de hoy son las que han logrado superar los siglos de opresión que les han precedido, se preparan, son profesionales, se desempeñan bien, ascienden laboralmente y acceden cada vez más a posiciones de poder relativo, y si además son libres, sabias, fuertes, indomeñables e insumisas, se convierten en brujas archipeligrosas. Si no tuviera consecuencias trágicas, sería bastante cómico ver cómo en algunos ámbitos de toma de decisiones, invariablemente cuando una mujer muestra mayor inteligencia, expone con mejores argumentos que los varones, o sencillamente disiente en un espacio en el que a las mujeres no les es permitido disentir, es tachada prácticamente de bruja; acusación a partir de la cual se le adjudican todos los males, aún cuando estos sean consecuencia exactamente de aquellas decisiones erradas de sus detractores. En otras palabras: Qué conveniente que todavía existen las brujas para que los varones puedan justificar su ineptitud e ineficiencia, adjudicándole sus errores al ejercicio de la magia negra de esas peligrosas mujeres, tan malas que todo lo echan a perder. Conste que no lo digo por mí, no tengo ninguna experiencia existencial al respecto, aunque si conozco algunos casos…Para no exponerse, ésta que escribe practica la filosofía de Marilyn Monroe cuando dice: A veces puedo ser inteligente, pero eso a los hombres no les gusta, por eso me hago la tonta.(Los caballeros las prefieren rubias).

Libros

Las ferias del libro tienen su encanto, sobre todo para quienes como su servilleta gozamos con lectura de libros. Un libro nuevo (aunque sea usado) es un reto, es una nueva amistad y `probablemente un nuevo amor; en ocasiones es la renovación de un viejo idilio demeritado u olvidado, como cuando dice una, “¡Ah! ¡Mira, aquí hay un ejemplar de aquel libro que leí hace veinte años de prestado” ( Si, porque de chavos, estudiantes y sin trabajo, pues no había para esos gastos). La que escribe, por ejemplo, goza repasando las estanterías de las distintas librerías expositoras y con anticipación ha guardado un cabito del chivo para invertirlo en la compra de algún acariciado título, o varios, según el bolsillo. En esta pasada Feria del Libro, con todo y todo ( a las críticas posibles respecto a organización, difusión, programación,e, te, ce.), pude hacerme de algunos títulos interesantes con buenos descuentos, así por ejemplo adquirí libro “El mariachi” de Jesús Jáuregui. Amplio estudio histórico sobre los orígenes de esta tradición musical mexicana, que hoy por hoy nos representa en todo el mundo, con pasta dura, papel de excelente calidad y gran cantidad de fotografías inéditas, el libro es una edición de lujo realizada por el Inah en conjunto con Taurus. Confieso que lo adquirí no sólo por el interés que me despierta el tema y la edición en si, sino básicamente como un homenaje a mis primas Hortensia y Esperanza Vargas Villalba, cantante añorada la primera, guitarra espléndida la segunda, quienes integraron uno de los primeros mariachis femeninos de México allá en los albores de la década de los cincuenta. Digo esto porque es importante destacar que por lo regular tras la conducta de un lector consetudinario hay un trasfondo afectivo antes que intelectual, o las dos cosas a la vez. El libro es apreciado y gozado no solo porque nos provee de conocimientos sino fundamentalmente porque nos hace sentir mejores al proporcionarnos disfrute intelectual y resarcimiento emocional al unísono.

Libros 2

Otra adquisición relevante para ésta --aunque novedad atrasada- fue la edición conmemorativa de 100 años de Soledad de García Márquez de Alfaguara, edición comentada cuyo propósito es festejar los primeros cuarenta años de existencia de la novela del colombiano. Este libro fue publicado el año pasado pero no conservaba ningún ejemplar por lo que me decidí adquirirlo, y esto que en mi pequeña biblioteca existe ya una edición de los setentas, obsequio de mi padre para mi cumpleaños número catorce. El entusiasmo obedece desde luego a la fascinación que 100 años de soledad ha ejercido sobre esta escritora desde aquella primera lectura, realizada entre descansos en la escuela preparatoria, a la cual se le han sucedido por lo menos una decena más a lo largo de los años. Para esta lectora,100 años de soledad significó en aquel entonces el descubrimiento de una verdad deslumbrante: Dentro de una historia particular bien narrada puede caber la Historia Universal completa. Macondo se repite en toda América y el mundo. Todos tenemos como referencia una familia compleja, un abuelo Arcadio, un tío como el coronel Aureliano, una bisabuela matusalén como Úrsula, una tía misteriosa y solterona como Amaranta, una rígida matriarca como Fernanda, el misticismo imbecil de Remedios la bella, un primo que acumula riquezas exorbitantes, otro que dirige movimientos sociales y hasta un gitano Melquíades que nadie invitó pero ahí está, formando parte del coro. Como toda obra de arte de la literatura universal, 100 años de soledad es atemporal y unívoca, cuya influencia se extiende más allá de cualquier barrera lingüística y generacional. Creo que tendré que leerla nuevamente, ahora con más conocimiento de causa.

Libros 3

El tercer libro es el de “Memoria Roja. Historia de la guerrilla en México (1943-1968)” de Fritz Glockner, presentado hace un par de días en esta ciudad por Marco Rascón y Jesús Vargas. Fruto de un proceso de investigación que se prolongó por 25 años, este libro constituye un valioso aporte a los estudios sobre los movimientos sociales contemporáneos en México y, como lo expresa su autor, viene a romper la maldición aquella de que la Historia la escriben los vencedores. Memoria Roja trata de recuperar la voz de los verdaderos protagonistas de aquellos pasajes decisivos de vida social y política de nuestro país, que han permanecido ignorados por la historiografía.

La voz que rompe el silencio

El Comité que preside el Premio Nacional de Periodismo decidió otorgar el Premio 2008 en la categoría de “Orientación a la comunidad” a las locutoras triquis Teresa Bautista y Felícitas Martínez por su trabajo en la estación de radio comunitaria “La voz que rompe el silencio”. Fue un reconocimiento pos mortem puesto que ambas murieron el pasado mes de abril víctimas de una emboscada, crimen que permanece impune como tantos otros en este país. Allá en su tierra Copala, Felícitas y Teresa eran pioneras en la radio pues nunca antes había sonado el idioma triqui en las hondas hertzianas; reporteaban la noticia, hacían entrevistas, preparaban temas educativos, ante todo les preocupaba difundir los derechos humanos de las mujeres y estaban a favor de la paz y la unificación del pueblo triqui. El nombre de su estación, “La voz que rompe el silencio”, es una bella metáfora que por si misma ilustra la ilusión y entrega con que estas jóvenes emprendieron la misión informativa que desafortunadamente les costó la vida. Su muerte es una vergüenza más para las autoridades del estado de Oaxaca que no han hecho otra cosa que tratar de desacreditar a las víctimas (¿dónde lo he vivido?) y para todo México, en donde como me dijera hace tiempo en una entrevista el comunicador Pedro Ferriz De Con, a quien esta entrevistadora espetaba por no enarbolar la causa del esclarecimiento del asesinato de Digna Ochoa, “…nadie tiene la vida comprada y menos (subrayado) los periodistas”. Felicitas y Teresa tenían todo en su contra, eran jóvenes, eran indígenas, eran derechohumanistas, ejercían un periodismo honesto y comprometido y de remate eran mujeres (peor que basura).

Mutis

En su Poética, Aristóteles afirma que el arte literario (tragedia) es una representación esforzada de la realidad. A estas alturas de la civilización, realidad y representación se han visto tan entremezcladas que ya no se sabe cuál es cuál. Como sea, la mejor teatralización de la realidad le corresponde a la política, puesto que para ser un político exitoso hay que ser muy bueno para inventar tramas e intrigas y perfecto actor para representarlas. En este sentido, nuestro país se mueve en los límites y le corresponde a un insigne dramaturgo mexicano, Rodolfo Usigli, haber escrito la mejor interpretación de los hechos de nuestra historia política: El gesticulador. César, el personaje de Usigli, de ser un hombre oscuro de pronto se convierte en el “candidato” gracias a su capacidad histriónica. Como en toda tragedia griega, César es víctima de su propia soberbia y es muerto por manos justicieras. Usigli apunta una frase tomada del “Julio César” de Shakespeare que nos provoca reflexión: “¿Cuántas veces habrá que ver a César caer en escena?”. ¿Cuántas veces –dice ésta—tendremos que ver el surgimiento de nuevos césares tirancillos para verlos caer nuevamente? Pues bien, en la tradición más pura del teatro del Siglo de Oro hay una graciosa figura discursiva teatral llamada “mutis”. Cuando el actor debe salir de escena sin salir del escenario dice “hago mutis” y se queda atrás viendo lo que ocurre sin aparecer. Pues bien, hagamos mutis, sobre todo por aquello de que romper el silencio es peligroso.

¡Madres!


No, de ninguna manera quiero competir con mis amigas de El peso, simplemente reflexionar sobre el tan citado festejo que nos hacen a las madres todos los años en México con gran despliegue de recursos publicitarios de parte de gobiernos e iniciativa privada. Pienso en el excesivo consumo económico de estos días que viene a menguar la de por si magra economía de las familias mexicanas en el regodeo de una tradición hipócrita. De buena fuente conozco las estadísticas de los porcentajes de familias encabezadas por mujeres que cuentan sólo con su trabajo para mantenerlas, sin tener apoyo social para el cumplimiento de esta carga. Leo en las noticias que casi un millón de madres mexicanas se tripletean laboralmente cumpliendo con dos jornadas de trabajo asalariado o de empleo informal, más el del hogar porque, obvio, los sueldos miserables que ganan no les alcanzan para vivir medianamente bien y luego son señaladas por lo dedos acusadores de una sociedad incapaz de hacerlas fuertes en la atención a los hijos. Pienso en las miles de mujeres que durante años han sostenido la economía de nuestra región fronteriza con su esfuerzo aplicado a duras jornadas de trabajo en las maquilas y recuerdo a mi prima María Elena, compañera entrañable de mis juegos infantiles, que a los catorce años dejó para siempre su mundo infantil falsificando un acta de nacimiento con el fin de aparentar dieciséis, después de lo cual trabajó en la maquila durante veinticinco años hasta ser incapacitada por varices en sus dos piernas, y en todas las que como ella vieron a sus hermanas e hijas correr la misma suerte. Me conduelo con las madres que han vivido la pérdida de sus hijas víctimas de la violencia de género porque no hay peor dolor que pueda sufrir una madre que la muerte de sus hijos. Me solidarizo con los millones de mujeres que con ser madres han vivido la terrible experiencia de la violencia doméstica y me enorgullezco por las que han salido avantes, así como me entristezco por las que sucumbieron. A estas alturas del partido, el reconocimiento a las madres debiese ser encaminado, no con festivales artísticos, con vanos regalos o serenatas y creo que es tiempo que los gobiernos consideren apoyar con realidades tangibles el desempeño de las familias y favorecer de esa manera a las mujeres que como madres sobrellevan estas pesadas cargas.

La Madre de Gorky

Dentro de la literatura universal existen miles de personajes maternos pero ninguno como la “Madre” de Máximo Gorki. Pelagia, típica mujer del siglo XIX que había sido formada bajo las ancestrales tradiciones patriarcales de Rusia, es madre de Pavel, un joven revolucionario. Impulsada por su amor materno ella misma toma la causa revolucionaria dejando atrás sus temores y prejuicios. Gorki reconoce en este personaje las potencialidades femeninas para entregarse a la lucha por la justicia. O dicho de otra manera, las capacidades de las mujeres para actuar en consecuencia a sus valores, en muchas ocasiones con más valentía que los mismos varones. Dígame si no lo demuestran las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, las Madres de Presos y Desaparecidos Políticos en México y por esos días las llamadas Adelitas, únicas en levantar la voz en apoyo a los defensores del petróleo mexicano.

Los hijos de una

Ciertamente, esta que escribe también conoció los dolores de parto y por partida doble, para dar a luz a dos encantadores bebés –en su momento claro—hoy dos íntegros hombres de bien, que tuvieron la ocurrencia de enviar ayer un mensaje por Internet con esta canción de Silvio Rodríguez: “Madre, en tu día, no dejamos de mandarte nuestro amor. Madre, en tu día, con las vidas construimos tu canción. Madre, que tu nostalgia se vuelva el odio más feroz. Madre, necesitamos de tu voz. Madre, ya no estés triste, la primavera volverá, madre, con la palabra Libertad…” (Hijos: Gracias por compartir conmigo esta vida).

¿Qué fue de O.C. Smith?


¿Qué fue de aquellos personajes que poblaban nuestras fantasías en los años maravillosos de la adolescencia cuando (como dice Serrat) recién despertábamos de un mundo infantil? Atrás habíamos dejado la televisión pues sus programas de supuesta ciencia ficción con escenografías de cartón solo nos provocaban alguna risita irónica (¡Peligro, peligro!) y, a cambio, acogíamos con gusto la radio y sus impertérritas tradiciones. Mi amiga Judith (Judith con “jota”) en punto de las once de la mañana cada día solicitaba una complacencia, “Señor locutor: Sería tan amable de complacerme con Little green apples de O.C. Smith, especialmente dedicada para Jaime M. de parte de Paty N”, y daba otro nombre para despistar a los indiscretos, pensaba ella, aunque todo el mundo en la secundaria conocía de su secreto amor por el tal Jaime, un muchacho bastante fresa de por esos rumbos.

Por esa época reinaba en la radio en inglés la cantante Dionne Warwick interpretando los celebérrimos temas de Burt Bacharah: I say a little prayer, I’ll never love this way again, What the world needs now is love, Raindrops keep falling on my head, Close to you y The look of love. En contraste, yo prefería a los Credences, los Rolling, los Doors, Janis, Hendrix, Zappa y a los muchachos del turno vespertino por ser más grandes, rebeldes y avispados.

Mi amiga Judith venía de una primaria de monjas, se ponía estambres de colores para recoger su larga cabellera en una media cola en lo alto de la cabeza y usaba mini vestidos de algodón estampado con graciosos calzones bombachos de la misma tela. Sus papás la castigaron una semana sin ver televisión porque la sorprendieron agazapada en un rincón de la oscura sala de estar de su casa para no perderse detalle de la película “Un hombre y una mujer” que trasmitían en horario solo para adultos, es decir a medianoche. Ella nunca entendió el por qué de tal medida correctiva y a mi me provocó una gran curiosidad. Famosa en su época por las escenas subidas de color entre los protagonistas, en realidad esta cinta trata de una historia de amor como cualquiera, que en la actualidad podría resultar hasta pálida. Más impresionantes son las escenas donde un espléndido Mustang rojo de potente motor cruza raudo y veloz por las carreteras de la Riviera francesa con el tema musical de fondo: “Un hombre y una mujer en la oscuridad…tari ra ra ra ra ra rá, ra ra ra ra rá…”.

El que no se enteró jamás del amor secreto de Judith fue justamente el interfecto, por lo que aquello no pasó ni siquiera a primera base. Mi amiga es hoy en día una hermosa mujer madura, profesionista, casada y con hijos universitarios. Dionne Warwick grabó muchísimos discos hasta que se eclipsó relativamente luego de enemistarse con Bacharah, es tía de Whitney Houston y abuela de una nieta que ganó un importante concurso de canto y ahora se dedica a cantar con ella para impulsar su carrera. Del que no se sabe nada es de O.C. Smith, cuyo éxito radial Little green apples fue usufructuado por muchos otros incluido Tom Jones. Por otra parte, ésta que escribe sospecha que la Compañía Ford fue patrocinadora de la producción de “Un hombre y una mujer”.


La hoja en blanco

El pánico ante la hoja en blanco es inconmesurable, para abatirlo por lo menos esta escritora teclea el título; y luego qué, no se, un impasee angustioso de espera mientras empiezan a fluir las ideas, las palabras que se enlazan en frases y párrafos hasta cubrir el total de la hoja. Así es la vida, una página en blanco cada día, llenarla con éxito cuesta mucho esfuerzo, creatividad, paciencia y tenacidad, cualidades difíciles de mantener en la cotidianidad. Recuerdo un pasaje anecdótico de la biografía de Winston Churchill, el brillante estratega inglés que condujo su país durante la crisis de la segunda guerra mundial. Churchill demostró con creces su inteligencia y capacidad de liderazgo, sin embargo en su infancia llegó a ser considerado torpe por no decir poco iluminado pues había sido reprobado en un decisivo examen escolar. Cuando el pequeño Winston se sentó en su pupitre para responder a las preguntas que le hacían, por un descuido derramó la tinta china sobre el papel ocasionando una gran mancha que mancillaba la blancura de hoja y quedó paralizado, no pudo continuar ante la visión de la mancha. ¿Cuántas veces hemos estropeado la hoja con alguna horrenda mancha de tinta que nos impide seguir adelante, hoja que tendremos que desechar enseguida sin posibilidad de reparación? Sin remedio, sólo nos queda aplicar la filosofía de Scarlet O’Hara y musitar : “Mañana será otro día, mañana veré qué hacer”. Siempre habrá otra hoja en blanco el día de mañana. Como dice la canción: “Tengo un libro vacío y lo voy a empezar, tengo sed de caricias, tengo ganas de amar hoy comienza mi vida una página más…”.


Los amorosos

Dado que uno de los mayores gustos que ofrece la literatura es la lectura de poesía, trascribo aquí un fragmento de Los amorosos del poeta chiapaneco Jaime Sabines: “Los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. Su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor. Les preocupa el amor. Los amorosos viven al día, no pueden hacer más, no saben. Siempre se están yendo, siempre, hacia alguna parte. Esperan, no esperan nada, pero esperan. Saben que nunca han de encontrar. El amor es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro. Los amorosos son los insaciables, los que siempre —¡que bueno!— han de estar solos.

El odio al diferente

Un sincero aplauso a la procuradora por haber aclarado el caso de Paulina en el corto plazo que sucedió, que de por si habla del compromiso asumido por el Gobierno del Estado para resolverlo. Mucho más mérito cuando la Licenciada González declara que los móviles del asesinato fueron la misoginia y el machismo, reconociendo con ello que en este tiempo y este espacio ser mujer es un factor de riesgo a la integridad y la dignidad humana. Se trata de un crimen motivado por el odio al otro, el cual ocurre cuando el agresor, considerándose a si mismo superior, descarga su odio sobre el que ve como inferior. Generalmente son víctimas de crímenes de odio los homosexuales, inmigrantes, indígenas, negros, discapacitados, mujeres y todos aquellos que no alcancen, en la retorcida mente del agresor, calidad de iguales, y compitan con él por espacios y beneficios, sea de manera conciente o inconciente.

En USA el odio al otro (heterofobia) está perfectamente identificado como un factor de riesgo para la víctima, una fuerte motivación que insita a los agresores y una agravante en la consecución del delito. Es momento de que en nuestro país se advierta el odio al otro, racial, sexista o de cualquier forma que se manifieste, como un elemento disparador del delito y se tomen las medidas pertinentes para prevenirlo y penalizarlo.

La vida no vale nada

Dos queridas amigas me han hecho uno de lo mejores regalos de estos días, un disco de la cantante venezolana Soledad Bravo con una veintena de aquellas canciones que cantábamos hace un par de décadas, de autores como Violeta Parra, Víctor Jara, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y otros. Canciones tan significativas en su origen como Hasta siempre, Si el poeta eres tú, La canción del elegido, Ojalá, Para vivir, Pobre del cantor, que en esos ayeres coreábamos con gran fervor --nosotros los de entonces que ya no somos los mismos, ya lo dijo Neruda--, como parte de un estilo de vida que se ha perdido, pero no totalmente, aclaro. Transcribo un fragmento de “La vida no vale nada” de Milanés: La vida no vale nada si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama, la vida no vale nada si yo me quedo sentado después que he visto y soñado que en todas partes me están llamando, la vida no vale nada cuando otros se están matando y yo sigo aquí cantando como si no pasara nada.

Lo busqué y no lo hallé

A propósito de Poetas, nuevamente recurro al salmantino Fray Luis de León (1527-1591), a quien ya antes he mencionado. Brillante, pulcro en la métrica y estilo, Fray Luis se ha hecho famoso en el anecdotario de la Literatura Hispana por su traducción del Cantar de los Cantares y su estadía en las mazmorras de la Inquisición. He aquí: Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; /Lo busqué, y no lo hallé. /Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; / Por las calles y por las plazas / Buscaré al que ama mi alma;/Lo busqué, y no lo hallé. / Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,/Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma?/Apenas hube pasado de ellos un poco, / Hallé luego al que ama mi alma;/ Lo así, y no lo dejé,/ Hasta que lo metí en casa de mi madre,/Y en la cámara de la que me dio a luz. /Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, / Por los corzos y por las ciervas del campo,/ Que no despertéis ni hagáis velar al amor…” Si bien, el amor místico descrito por el salmantino alcanza altos grados de erotismo, lo que le significó la cárcel, una vez superada esta situación penosa escribió: "Bien como la ñudosa/ carrasca, en alto risco desmochada/ con hacha poderosa, / del ser despedazada/ del hierro torna rica y esforzada,/ querrás hundirle, y crece / mayor que de primero; y, si porfía / la lucha, más florece;y firme al suelo envía/ al que por vencedor ya se tenía."

Verdad, Paz y Amor.

Un vistazo a los clásicos de la literatura siempre ayuda a comprender el mundo que nos rodea; un buen texto literario no sólo nos hace disfrutar el placer de la lectura sino que nos debe hacer reflexionar para reinterpretar la realidad que nos rodea. Un libro para releerse en estos días es el de 1984 de George Orwell, novela de ciencia ficción escrita en 1948 que preconiza el inconmesurable poder que habrían de alcanzar en el siglo XXI los medios de comunicación electrónicos, así como la deliberada tergiversación semántica de significados y significantes como estrategia de manipulación política. En la sociedad ficticia de Orwell, el poder es representado por la figura omnipresente del Gran Hermano que desde pantallas de televisión controla todos los actos de los individuos; tres ministerios regulan las relaciones sociales: El ministerio de la Paz vigila el orden social y dirige constantes acciones bélicas contra invisibles enemigos; el de la Verdad regula la educación, los medios de comunicación y toda producción editorial cuidándose de crear mentiras tan bien hechas que parezcan verdades y el del Amor, con un cariz religioso supervisa toda acción de carácter ideológico –político. Cualquier semejanza con nuestra realidad actual no es coincidencia.

Dime tu alias y te diré quién eres


En una de esas me encontré con un viejo compañero de la preparatoria y luego de los saludos de rigor me preguntó por “X”; no lo recuerdo, le contesté, tal vez si me dices su apodo ya que a la mayoría conocí solamente por el sobrenombre. Así fue como iniciamos la relación de los alias: El gato, el toro, el fly, el oruga, la chinche, el perro, el serrano, el gatito, el chicle, el chacal, el pochutla, el ingeniero, el chilango, el ché, el camilo, el ballenato, el bolchevique, el ropero, la cuchicuchi, el batman, el ninanú, el lumumba, el conejo, el chumel, el pollo, el gordoñotes, la mosca, el pato, la gallina, el krishna, el banano, el mascarrieles, el gordodurán, el chapo, el perico, la leona, el flacotencatl, el pescado, el conasupo. De todos y cada uno nos fuimos acordando según el apodo, los de animales, los de diminutivo, los que visiones ideológicas, los de actitudes, los de apariencia física, los de origen, los de muebles, los de malas ocurrencias. Solo hay uno que no he vuelto a ver, le dije al amigo, un muchacho grandote y alocado que le decían el boiler. ¡Cómo --exclamó mi interlocutor-- si el boiler soy yo!


Cada piedra es un pedazo de sol

Cada piedra es un pedazo de sol

Amo Zacatecas con su aire de urbe primigenia. Algo deben de tener las piedras con las que se hicieron estos edificios, canteras desgajadas de los cerros por la fuerza que fueron cobrando forma gracias al diestro cincel de artesanos y albañiles; unos las enternecieron hasta hacerlas florecer en encajes y filigranas; otros les dieron orden y jerarquía para convertirlas en acueductos y fuentes de agua, en torres y naves magníficas de templos misteriosos, en quicios y dinteles de puertas y ventanas, en adoquines y escalinatas y elevados muros protectores. Descubro que la piedra, lejos de ser fría guarda una cálida correspondencia solar. Cada piedra es un pedazo de sol ardiente que calienta y protege. Con el corazón atrapado entre esas altas paredes, amorosa recorro sus calles empedradas y pienso en el origen. Tal vez mi abuelo, Daniel Vargas Torres, igual que decenas de mineros cada mañana recorriera estos senderos rumbo a la mina en aquellos años porfirianos cuando la ciudad florecía gracias a la minería; quizá también sufriera la ingrata vida del minero durante la dura y extensa jornada de trabajo, y muy probablemente a la salida entrara en alguna de las muchas cantinas donde terminaría tomando una guitarra entre sus manos para cantar alguna nostálgica canción de los tiempos del cólera. Con suerte ahí le entró el gusto por hacer versos que luego trasmitió en sus genes a nietos y bisnietos.

Dylan was here

El pretexto perfecto para ir a Zacatecas lo dio el concierto masivo de Bob Dylan, el único gratuito que ofreciera el legendario compositor durante su gira por México. Alrededor de 20 mil espectadores con edades que abarcan hasta 5 generaciones, entre los 60 y los 20, nos agrupamos ese día en el zócalo de la capital de aquel estado. Afluencia notabilísima tomando en cuenta que la ciudad no alcanza aún los 500 mil habitantes. Miles llegamos hasta allá procedentes de Coahuila, Nuevo León, Durango, San Luis Potosí, Nayarit y Chihuahua. No era para menos, la posibilidad de presenciar la presentación del artista del rock cuya fama y trascendencia solo es competida por los Beatles era un potentísimo imán que cumplió su cometido, con la subsecuente derrama económica favorable a la industria turística de Zacatecas. Ahí estuvimos, pues, respirando, coreando y balanceándonos al compás de los más conocidos temas de Dylan escritos desde 1962 hasta 2007, siempre reinterpretados nunca repetitivos, renovados cada vez cual ave fénix “Forever young”.

Una vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida

Alentada por la agradable compañía de las amigas, esta que escribe emprende el largo camino de subida al cerro de la Bufa donde se encuentra el monumento a los caudillos de la famosa gesta heroica conocida como “La toma de Zacatecas” --Pancho Villa en el centro--. No obstante la majestuosidad del paisaje, lo más notable de la visita fue hallarnos, justo en los muros de la capilla que corona el punto más elevado del cerro, un letrero escrito con tinta indeleble que dice: “Por siempre estarás en mi corazón. Nunca te voy a olvidar”, inusitada declaración de amor en la que la palabra corazón es sustituida por el clásico símbolo gráfico por todos conocido. Tuve entonces una revelación: Volveré porque “… una vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”. Se ama con el corazón y mi corazón está en Zacatecas.

Costumbres pueblerinas

En el pueblo de mis ancestros Santa Isabel de los Tarahumares, rebautizado después con el republicano nombre de General Trías, había rituales de socialización absolutamente indispensables para fomentar la armonía social y garantizar la sobrevivencia de la comunidad. Alrededor de la arbolada plaza pública se agrupaban la iglesia, los comercios, la escuela, las cantinas y el edificio de las autoridades. Cada domingo, la gente de bien sacaba sus mejores prendas e invariablemente acudían a misa de media mañana; después los jóvenes paseaban alrededor de la plaza, los muchachos en una dirección, las muchachas en otra, momento que les permitía echarse ojitos, de donde no pocas veces surgieron los enlaces que nos permiten existir ahora; tampoco faltaban las almas descarriadas que desviaban su camino para entrar en las cantinas, y las distraídas que perdían las horas en el popular intercambio de información local, actividad conocida como chisme. Pero el tiempo pasa y las costumbres si no se pierden por lo menos se transforman. Hoy en día permanecemos más tiempo en actitud muda frente a la televisión, o en el Internet (chat, blogs, metroflogs, etc.), que socializando en lugares públicos. Entre los pocos reductos de contacto social que nos quedan, que no sea el trabajo, se encuentra la visita al super (o el moderno Mall), actividad a la que le invertimos con bastante placer varias horas a la semana. Esto tiene sus desventajas y sus ventajas; entre las primeras el excesivo consumo y subsiguiente gasto, entre las segundas la posibilidad de hallar antiguos amigos o condiscípulos, familiares y hasta ex algo que hace tiempo no se ven, charlar, actualizar información mutua y reanudar relaciones, lo que siempre será gratificante. Así es como en las últimas semanas la que escribe ha reencontrado a queridísimas amistades. En el fondo no importa que tanto hayan crecido las ciudades, seguimos siendo los mismos pueblerinos y andamos todo el tiempo repitiendo los ancestrales ritos que nos heredaron nuestros padres.

Juno y los falsos críticos de cine

Hubo en esta ciudad un legendario columnista –supuesto crítico de cine--que solía escribir sendas reseñas de apreciación cinematográfica en donde evidenciaba su total desconocimiento del género en términos artísticos y técnicos. Era desde luego un entusiasta cinéfilo que no faltaba al cine cada semana y para salvar su falta de instrucción centraba sus comentarios en juicios morales; incluso creó su propia clasificación para recomendar de manera positiva o negativa tal o cual cinta. Desafortunadamente, los jóvenes que crecieron con su columna actuaban a la inversa y cada vez que el hombre tachaba de incorrecta alguna película ésta se instalaba hasta arriba en el tope de asistencia local, quedando sin efecto su censura. Con ánimos de no cometer el mismo error, esta que escribe se atreve hoy a comentar sobre cine. Juno, escrita y dirigida por Jason Reitman, ganó este pasado febrero el Oscar al Mejor Guión, llevando como protagonista a la joven actriz Ellen Page, quien estuvo nominada en la categoría de Mejor Actriz. Sin caer en el garlito de que los criterios de la Academia sean lo máximo, si vale la pena reconocer los méritos del guión esta cinta que logra, con un sencillo lenguaje cinematográfico, trasmitirnos un mensaje esperanzador esencialmente necesario en estos tiempos de transición. La diosa Juno de la antigua mitología grecorromana presidía el culto a la fertlidad y la estabilidad familiar, y representaba el poder de las mujeres pares, no las esclavas o siervas, no las victimizadas o burladas mujeres, sino aquellas matronas que sostenían con firmeza la unidad social a pesar de las inconstancia de los varones. Nuestra Juno, una chica de 16 años embarazada, detenta estos atributos, es dueña de si misma, toma decisiones y guía su entorno a favor de un desenlace armónico. Se trata de una visión utópica sobre una realidad alarmante: el creciente índice de embarazos no deseados entre adolescentes. Realidad que suele presentarse cargada de conflictos e incomprensiones. Pues bien, el mérito de Juno la película es justamente definir alternativas más amables de solución a este problema, sobre todo fortaleciendo el reconocimiento simbólico de la mujer fuerte (strong woman) que representan Juno y las mujeres que la rodean

ciberpesadilla

Angelina tuvo la certeza de haber superado la separación de Arturo el día en el que por fin se alejó la eterna pesadilla que la había angustiado durante años, en donde se veía a si misma desolada en las entrañas del Metro Balderas mientras él se perdía entre la presurosa multitud. Esa madrugada, Angelina soñó que su memoria USB se echaba a perder debido a un fallo de corriente en la máquina y despertó con una nueva convicción: Hay pérdidas irrecuperables más dolorosas que cualquier decepción amorosa. Se levantó, se vistió, se fue a su oficina y encargó por Internet no una sino dos nuevas memorias de 5 megas, acatando aquella recomendación de que es conveniente tener siempre dos veladoras encendidas por si alguna se apaga y de la que nunca hizo caso en su relación con Arturo.

Santones oigas

Si no cuento esta historia me ahogo: Hará unos siete años que varios conocidos nos reunimos a conversar en casa de una pareja de amigos. Entre los presentes se encontraba cierta connotada científica chihuahuense, amiga de mi familia. La conversación se prolongó durante horas al calor de algunos tragos. Temas de charla hubo muchos y diversos, sobresaliendo el asunto de la violencia hacia las mujeres en el estado de Chihuahua que no cejaba. Curiosamente, entre los conversadores se hallaba también un antiguo maestro universitario y líder político que de inmediato se adueñó del trono de la siguiente manera: alguien iniciaba un tema de conversación, cada uno de los presentes manifestaba su opinión y cerraba emitiendo la suya el santón, el cual se veía a si mismo venerado por todos por más arcaicas o fuera de lugar que eran sus ideas. Al cabo de un buen rato en esta dinámica me dio comezón en el cerebro. ¿Por qué? --pensó la que esto escribe-- ¿Este personaje debe decir siempre la última palabra por muy venerable anciano o muy masculino que él sea? Y con bastante culpa por el desacato a las canas, no al género, comencé expresar ideas las más de las veces diversas a las ofrecidas por el señor, simplemente porque lo consideraba pertinente. Al término de la velada, la científica, quien me conoce desde los tiempos en que ella era profesora y yo alumna en la misma escuela primaria me dijo: Me dio gusto volver a verte pero más gusto me dio escucharte. Siempre agradeceré a esta gran mujer aquel gesto de solidaridad y reconocimiento, aunque, estoy segura, al santón no le hizo tanta gracia, después de todo para personas como ésta las mujeres sólo servimos para las tres K (cama, cocina y críos).

8 de marzo

Ayer se conmemoró en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer, fecha que las mujeres debemos recordar no con festejos y flores, sino con actitud de lucha. Instaurada inicialmente por las sufragistas de principios del siglo XX, la fecha refiere a los hechos sangrientos en los que mujeres trabajadoras murieron en el contexto de la pelea por sus derechos laborales, refiere también a la demanda de igualdad y derechos civiles, al reconocimiento de los aportes que el segundo sexo, la mitad de la humanidad, ha procurado al desarrollo de las sociedades. Entre las actividades más relevantes destacó la realizada por el Congreso, el Círculo de Estudios de Género, el Grupo 8 de marzo y algunas otras organizaciones, donde se contó con la participación de la Dra. Clara Rojas, catedrática de la UACJ, que tuvo como tema central la figura de Simone de Beauvoir, la filósofa más relevante del feminismo. Clara Rojas habló sobre la necesidad de rescatar la visión filosófica que aporta el feminismo para la interpretación de una realidad, que aún hoy, no favorece el desarrollo igualitario de las mujeres. Aún en los ámbitos académicos, donde se supondría prevalecen relaciones más igualitarias entre los géneros, las mujeres deben adoptar el discurso de los varones para hacerse respetar: si hablan es que están locas, si callan es que no saben, si utilizan otra manera de discursar es que son improvisadas; de este modo la mujer es obligada a someterse o a empoderarse, lo primero implica una desvalorización, lo segundo la descalificación, en suma, se sea de una manera o de otra, siempre habrá denostación. Finalmente, la expositora recomienda retomar los círculos de reflexión originarios del feminismo para revisar y replantear el estado actual de la lucha por la equidad.

Una última reflexión por este día: Hoy por hoy, ser mujer y no morir en el intento es una proeza y por eso somos heroínas, cada una, de nuestra propia epopeya.

Se hace camino al andar


Otro gran versificador de la canción hispana es el catalán Joan Manuel Serrat, el único, el irrepetible y nunca bien ponderado Nano. ¿Qué decir si tanto hemos dicho ya acerca de su obra? Serrat formó a nuestra generación en el gusto por la poesía española de la preguerra civil, cantó y grabó en su lengua materna, el catalán, dos actos sumamente valientes en el contexto de la España franquista que le tocó vivir en su juventud. “Cantares”, su canción más conocida en el mundo, es una apología al poeta Antonio Machado, que como todos saben murió en el destierro, al igual que miles de españoles perseguidos por el franquismo: “ Caminante, son tus huellas / el camino y nada más;/ Caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar./ Al andar se hace el camino,/ y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar/ Caminante no hay camino/ sino estelas en la mar”. Un bello pensamiento esperanzador que nos hace reflexionar sobre el andar con la mirada puesta en el futuro, nunca en el pasado, en el que la mar es la vida misma de las personas, tan inmensa e ignota que no vale la pena cuestionarse, solo hacer camino hacia adelante. Regresando al tema de Sabina, no siempre es sarcástico, también navega a ratos por el romanticismo, como en ésta: “Puedo ponerme cursi y decir/ que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños,/ puedo ponerme triste y decir / que me basta con ser tu enemigo, tu todo,/ tu esclavo, tu fiebre, tu dueño./ Y si quieres también
puedo ser tu estación y tu tren,/ tu mal y tu bien,/ tu pan y tu vino,/
tu pecado, tu dios, tu asesino…/ O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra/ a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea. / Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor/ que me falta valor para atarte a mi cama, / puedo ponerme digno y decir/ “toma mi dirección cuando te hartes de amores
baratos de un rato… me llamas”.

La respuesta está en el viento

Serrat, Sabina, Áute, en España; Parra en Chile; Facundo en Argentina; Silvio, Pablo y Amaury en Cuba, entre muchos más en Hispanoamérica, siguieron el camino poético que trazó el precursor Bob Dylan. Éste, a su vez integrante de la generación de la posguerra mundial, emergió en los sesenta creando un estilo, una intención poética, una temática hasta ese momento inusitada en la música popular. No es que inventara nada, en realidad en todos estos casos los compositores abrevan de tradiciones populares y actualizan. Dylan puso de manifiesto las posibilidades poéticas que ofrecía la cultura popular y las llevó a su clímax. Atrás quedaron las letras sonzas del rock, los hey, hey, hey, interminables. Su influjo ha sido tal que prevalece hoy como el mayor ícono viviente del rock y del folk . Su balada más emblemática “La respuesta está en el viento” : Cuántos caminos debe un hombre caminar/ Antes de que lo llames un hombre/ Cuántos mares debe una paloma blanca navegar/ Antes de que se duerma en la arena/ Cuántas veces deben volar las balas de cañón/ Antes de que se silencien para siempre./ La respuesta, mi amigo, está soplando en el viento/ La respuesta, está soplando en el viento.

Más de cien mentiras piadosas


Daniel Espartaco entró en una ocasión a la sala cuando un grupo de amigos escuchábamos a Joaquín Sabina, a quien acabábamos de descubrir hacía poco tiempo y con gran fervor coleccionábamos sus producciones discográficas. Como todos los hipercríticos hijos de nuestra generación, el adolescente exclamó: ¡Cómo, otra vez aquí el Club de las Mentiras Piadosas! Nos cayó en gracia y decidimos adoptar el nombre. Aquel grupo de admiradores del cantautor español se acabó hace rato, unos se fueron de la ciudad, otros nos encausamos por distintos intereses; en el fondo de mi creo que seguimos unidos por la música de Sabina. A diferencia de la mayor parte de la letrística comercial, que generalmente cae en la cursilería o en la bobería más absoluta, Sabina no es complaciente en sus canciones, puede hacernos suspirar y hasta llorar, pero sobre todo nos hace reflexionar y cuestionarnos por conducto de la risa. En momentos dramáticos cualquiera de los del club podremos recurrir a su actitud visionaria: Para qué sufrir si existen “más de cien palabras, más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas, más de cien pupilas donde vernos vivos, más de cien mentiras que valen la pena”, por ejemplo: “Tenemos el sexo y el rock y la droga, los pies en el barrio, y el grito en el cielo, tenemos Quintero, León y Quiroga, y un bisnes pendiente con Pedro Botero”, en resumen: más de cien mentiras piadosas a las cuales aferrarse para seguir adelante. Los años transcurren y el autor no pasa de moda sino que se consolida como un clásico de la cultura contemporánea en el mundo de habla hispana; más castizo que cualquier miembro de la Real Academia es uno de los mejores versificadores posmodernos del castellano contemporáneo, sin abandonar la ironía y el sarcasmo propios de la filosofía cínica que lo caracteriza cual corresponde a este presunto heredero de la poética del Siglo de Oro. Me pregunto: ¿Por qué no habrá sido invitado a venir a Chihuahua habiendo estado en gira por México los dos años anteriores? El Club de las Mentiras Piadosas le agradecería infinitamente a quien se atreviera a hacerlo.

Amores perros

Han de saber ustedes que en esta mi casa que también es la de ustedes, desde hace unas semanas tenemos nueva inquilina, una hermosa e inquieta cachorra de labrador que ya casi alcanza su estatura regular. Lola, como todos los perros de su raza, es sumamente briosa y juguetona, y en cuanto me ve llegar en alegre arremetida salta colocando sus patas delanteras sobre mis hombros. Desde su advenimiento ha sido necesario cambiar horarios, establecer nuevas rutinas y adecuar el espacio en ánimos de la convivencia. Quien ha resentido la novedad es mi pequeño poodle, que hasta ahora había sido el único dueño y señor de mis afectos perrunos, así como de los espacios hogareños. Beto, que así se llama, tiene una casita en el patio trasero, sus cojines preferidos para dormitar en la sala, sus juguetes de felpa regados por toda la casa y un lugar en la cama durante las noches de frío. Su primera reacción al llegar la perra, lógico, fue de exagerado entusiasmo, después de todo, aunque no pasa de los 20 centímetros de alzada, es un machito con bastante corazón. La diferencia de estaturas e intereses eróticos se dejó sentir enseguida, simplemente a Lola no le viene ni le va mi pobre Beto que ha reaccionado como todos los machos, no la deja comer hasta después que él, le gruñe si intenta de recostarse sobre la manta que originalmente era para ella, si se trata de salir o entrar, primero lo hace el macho y después la hembra. En fin, no ha pasado a mayores ni creo que suceda, la perra es cinco veces más grande pero también es cinco veces más noble, y espero que el perro, una vez que se convenza de que no perderá su lugar, se sienta tranquilo. No obstante lo anterior, me tienen con un pendiente…

Genio y figura...

“Sorry” no puedo ser de otra la manera. Mis padres, ambos profesores normalistas de los buenos, de aquellos que asumieron con verdadera mística educativa la vocación magisterial, me hicieron así: Rebelde, iconoclasta, contestona, sincerota, y extremadamente analítica. Lo cual, dicho sea de paso, no a todo el mundo le agrada. Mi padre, quien cumplirá dentro de dos días cuatro años de fallecido, estuvo entre los delegados de Chihuahua en el congreso gestacional del SNTE en los años cuarenta y fue siempre un incansable luchador por la causa magisterial, siendo uno de los fundadores de la asociación de profesores jubilados. Mi madre hizo muchas guardias durante las huelgas de profesores que en los años sesentas pugnaban por prestaciones laborales y alguna vez corrí junto a ella, fuertemente asida a su mano protectora, huyendo de los granaderos enviados por el Gobierno para disolver a los maestros manifestantes. Debo haber tenido como cuatro años de edad por esa fecha. Con esos precedentes no es extraño lo sucedido dos años después cuando Lolita y Amelia, madrinas de bautizo y confirmación, convencieron a mi madre de que la niña hiciera la Primera Comunión. --Antes de que se le metan más ideas subversivas—dijeron las dos respetables señoras. Preocupadas por el destino de mi alma se hicieron cargo de todo: El vestido con velo, el cirio, el misal y el rosario, guantes, zapatos y calcetines, todo de un blanco inmaculado y, desde luego, se abocaron a instruirme acuciosamente sobre el catecismo. No recuerdo cuántas tardes pasé leyendo y repitiendo de memoria los mandamientos. Para la ceremonia, las religiosas damas eligieron el Templo del Refugio, en esos tiempos aún sin terminar, pero (siempre hay un pero) como el Padre “P” se opuso inicialmente a darme el sacramento por mi corta edad, ellas le instaron para hacerme una especie de prueba de conocimientos, asegurándole que era una niña muy inteligente que había aprendido a leer sola y etc., etc. El sacro varón accedió, me recibió en el confesionario y se sentó de frente: ¿Te sabes los mandamientos? ¿Cuáles son los pecados capitales? Dime el Padre Nuestro, el Ave María, y esto y aquello… Iba saliendo perfectamente bien de la prueba hasta que preguntó: ¿Tus papás van a misa? No, respondí, mi Papá no quiere a los curas. El hombre se enderezó súbitamente profiriendo una exclamación de descontento y gritó algo parecido a cómo era posible que pretendieran que le diera la sagrada eucaristía a la hija de un hereje. Francamente, de la experiencia únicamente recuerdo, además del exabrupto, una sotana oscura y una voz grave porque al señor nunca le vi la cara. La madrina Amelia, bastante molesta, me reprendió. Perdón, pero es la verdad, le contesté, y decir mentiras es pecado. Como suele suceder en todas las buenas familias mexicanas, las mujeres (madre y madrinas) no se dieron por vencidas y en vista de que ya estaba contratada la marimba, ordenado el pastel, comprados los obsequios y apartada la fecha en el estudio fotográfico, consiguieron otro templo y otro curita menos requisitoso. El profesor Vargas vino a enterarse hasta cuando vio la foto, misma que habiendo sido vetada del hogar familiar se lució durante años en un sitio preferencial de la casa de mis abuelos maternos en el pueblo de Santa Isabel; allá si que son “mochos”, sentenció mi padre. ¡Ay, que tiempos aquellos cuando la laicidad se defendía como un valor ciudadano y la religión solo como algo de índole familiar! Tiempos en los que el orden del mundo era más claro.

Lecturas para no dormir


Seguramente a usted le ha pasado, despierta en mitad de la madrugada, son las dos de la mañana y ya no puede volver a conciliar el sueño. Inicialmente se resiste, se dice a si mismo: Qué lástima, tan bien que iba en el sueño… ¿Qué no podré volver a dormir y retomar esa utópica historia (o esa excitante aventura)? Cierra los ojos con fuerza, cambia de posición, reacomoda las almohadas, se retira la manta o se coloca otra, trata de olvidar las malas experiencias del día, que en apariencia apenas si dejaron huellas perceptibles en la mente pero a esa hora se magnifican; intenta con el método de la respiración y falla, enseguida intenta con el método del ensueño que consiste en evocar solo situaciones gratificantes, un paisaje hermoso, una compañía placentera, alguna posible experiencia amorosa, más todo es inútil y la realidad se impone en forma de insomnio avasallante. Desde luego, lo malo no es no dormir una noche, sino tener que trabajar al día siguiente desde temprano y estar bien, descansado y alerta para resolver los problemas que se presenten. Le recomiendo entonces entrarle al toro por los cuernos e invertir el insomnio en cosas que aporten algún placer o algún provecho intelectual, de modo que al amanecer se encuentre usted totalmente satisfecho de si mismo. En cuanto a los placeres, no creo tener que ser muy explícita, cada quien tiene los suyos, puede levantarse a preparar un buen sándwich de varios pisos, servirse uno o dos tragos, fumar otro cigarro y otro, navegar o chatear por internet, despertar a su pareja para jugar un rato cualquier juego de su preferencia, encender la televisión y ver completas las películas de la madrugada o, si aguanta el frío, sacar a pasear a la mascota. En provecho intelectual le recomiendo algunas lecturas apetecibles: Para insuflar su chihuahuaneidad “Crónica de un País Bárbaro” de Fernando Jordán; para reconocerse como un ser absolutamente normal y más que decente:”Los diarios expurgados de Anais Nin”; para compadecerse de los incomprendidos que usted tampoco podrá comprender: “ Donatien Alphonse Francois, marqués de Sade” , la biografía escrita por Maurice Lever; si le gusta la Historia de México: “La invasión” de Ignacio Solares; o la Historia contemporánea: “Las armas del alba” de Carlos Montemayor; la perfecta lectura para no dormir: “El Cuervo” de Edgar Allan Poe en versión ilustrada por Gustave Doré; algo de buena dosis de poesía chihuahuense: “El agua y la sombra” de Enrique Servín; en el pleno disfrute literario: “Poesías Completas y El Minutero” de Ramón López Velarde; o a la inversa, si no busca la autocomplacencia, para documentar su pesimismo puede usted leerse, de cabo a rabo, el último número de la revista Proceso, en donde siempre encontrará razones para indignarse. En situación semejante, la que esto escribe suele redactar la presente columnilla, como hoy, cinco de la mañana, escuchando a la Callas (¡Oh, casta diva…!). A mi lado, Beto, mi poodle, dormita resignado con las patitas delanteras sobre la cabeza.

Desesperanza


En tiempos de inestabilidad, las personas y los pueblos van perdiendo la visión de futuro, quiero decir de un futuro aceptable. En esos momentos pareciera que los valores sobre los cuales se fincaron las expectativas de un mejoramiento personal, familiar y como sociedad, se perdieran en la nada; crece la desesperanza y la incertidumbre poco a poco va apoderándose de todos los actos sean individuales o colectivos. Se buscan entonces formas alternativas de pasar el trance, el milenarismo florece, se recrudecen los fanatismos religiosos y no pocos acuden al pensamiento mágico tratando de encontrar certezas. Quizá sea en el Tarot, en los asientos del café o en las líneas de la mano donde pudiesen encontrarse las respuestas a las eternas interrogantes de la existencia como son el amor, la vida, la muerte, de las que nadie está exento.

Quiromancia

Entre el anecdotario personal se encuentra mi primera experiencia al respecto, cuando hace años cierta amiga mía, una persona de formación religiosa muy estricta, sintiéndose avasallada por la más profunda crisis de fe imaginable, optó por acudir a estos recursos en busca de soluciones. Para darse valor me mandó por delante, así fue como entré en primer turno con aquella célebre quiromántica que nos atendió una tarde de primavera. Envuelta en un aire misterioso la mujer me tomó la mano, hizo la lectura de las líneas y… desde luego hubo revelaciones, algunas acertadas, otras no tanto, pero en fin, después de eso mi vida nunca volvió a ser igual. Vives penando de amor, me dijo (cierto, pensé) y agregó: estás enamorada del amor (muy cierto, volví a pensar), solo que nos has conocido aún al hombre que es el amor de tu vida (¿no?). El nombre del hombre que es el amor de tu vida comienza con la letra “A” y ahora se encuentra muy lejos (¡Caray! ¿qué tan lejos estará?). Pues bien, el dichoso “A” no se ha aparecido todavía, y yo no puedo evitar cada vez que conozco a alguien interesante, así se llame con L, M, P o J, preguntarle si acaso tiene un segundo nombre o apellido que comience con “A”, por si las dudas, y de cuando en cuando regreso con mi quiromántica preferida tratando de entrever algún venturoso arribo. Solo que para mi desgracia, en las cartas de mi Tarot unicamente se ven enemigos: --Te acecha un hombre de aspecto gorilezco –dice la adivina – apoyado por una mujer con mucho poder (¡Oh, cielos!¿Pinochet y la Tatcher?). Como ven, queridos lectores, nadie esté exento de sufrir los avatares de la incertidumbre, ni la que esto escribe. Por eso prosperan los de la “Esperanza”…

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Tiempos violentos

Si se preguntan qué cambió de esta columna luego de dos años de ausencia diré que es el tono del lenguaje, el sentimiento es otro. Hoy, si no hay un dolor manifiesto, si hay menos ilusiones y menos esperanza. Cada mañana enciendo el televisor y lo primero que veo es la nota roja de los noticieros, no porque yo lo elija sino porque es impuesta por la voluntad mediática. Las cámaras y los micrófonos nos llevan hasta el punto mismo donde agoniza la víctima, al lugar donde de un vehículo retorcido sobresalen las cabezas sangrantes, los miembros inertes; además de los enfrentamientos armados, las narcofosas, los ejecutados, mujeres asesinadas por sus parejas, niños golpeados, muertos por sobredosis, adictos perdidos en las calles… todo es gritos, llanto, dolor, tragedia. Así, cualquiera se desanima por vivir. Es necesario admitir que la televisión solo es un reflejo de la realidad y la violencia es el pan de todos los días, sin embargo no es indispensable desayunar con ella a diario y que el pedazo de pan se atore en la garganta cuando el reportero interrogue al herido mientras le corre la sangre por la herida que quién lo apuñaleó, a la madre histérica de la que se la llevó el drenaje que cómo pasaron las cosas…En fin: Creo que frente a toda tragedia se debe guardar respeto y una sana distancia, que a cualquiera nos puede suceder y entonces si no vamos a querer tener una cámara enfrente y un micrófono metido en la cara, que también es una forma de violencia. Me inquieta mucho más advertir que ante un panorama como este, donde la cultura de la violencia gana día tras día más terreno, las nuevas generaciones irán perdiendo la visión de futuro cada vez más.

Ante las fealdades de la vida, la otra cara de la moneda es la belleza, ya lo dijo el poeta y compositor español Luis Eduardo Áute en una hermosísima canción que lleva ese título. Hoy, por hoy, será la belleza lo que nos puede salvar anímicamente y qué mejor que buscarla en el disfrute del arte, para esto Chihuahua - afortunadamente- tiene de todo: Cines, museos, galerías, teatros, foros alternativos y, muy importante, dos orquestas sinfónicas que cada quince días, cada una, nos ofrecen magníficos conciertos de música clásica a costos verdaderamente ridículos de lo accesibles. La Orquesta Sinfónica de la Uach que tiene como sede el Paraninfo Universitario en pleno centro histórico de la ciudad y la Orquesta Filarmónica del Estado que regularmente se presenta en el Teatro de los Héroes del Complejo Cultural y Artístico en Universidad y División del Norte. Ambas ofrecen programas de conciertos muy atractivos y diversos en estilos y épocas, cuidándose de no caer en repeticiones y procurando innovar pero respetando el gusto el público chihuahuense. Vaya usted amigo lector o amiga lectora, tómese un tiempo y acuda los jueves y viernes por la noche a disfrutar de los conciertos de estas dos orquestas. Como siempre digo: Es mejor la música en vivo.

Tiricia


Estoy convencida de que Sor Juana Inés de la Cruz se dejó morir. Luego de haber sido considerada como la Décima Musa, la perla preciosa del virreinato, esa talentosa y brillante mujer, asediada por la Inquisición y cada vez más sometida a restricciones en su hacer intelectual, debió mostrarse arrepentida de su inteligencia, retirarse definitivamente, hacer un acto público de constricción religiosa, deshacerse de papel, tinta, libros, aparatos científicos y amistades, olvidarse de escribir e incluso callar su voz. Con toda probabilidad en esos instantes murió espiritualmente, pocos meses después falleció físicamente, contagiada de una enfermedad. Mi abuela solía decir que a los pajaritos enjaulados a veces les entraba la tiricia porque no aguantaban el encierro y no hallaban en sus amos ni el cariño ni la buena compañía, se empezaban a poner tristes, se negaban a cantar y a comer, inclusive perdían sus plumas, hasta que un día los encontraba caídos con las patitas tiesas hacía arriba. Seguramente a Sor Juana le entró la tiricia y se dejó morir.

Mis amigos son unos atorrantes.

Cierto colega periodista, con motivo de la reflexión que se hace el fin de año, publicó una lista de sus amigos, la mayoría gente muy notable en Chihuahua. Entre los enlistados se encuentran algunos que también son mis amigos, como el queridísimo ya desaparecido Nacho Medrano, de quien guardo gratos recuerdos. Pues bien, dicha nota me hizo preguntarme si sería capaz de publicar la lista de mis amigos, no los que obliga la conveniencia política, sino los de a de veras, los que han estado conmigo en las buenas y en las malas, los que me ponen su hombro para llorar y a quienes muchas veces les he extendido el pañuelo para secar su llanto, los que van a visitarme cuando estoy enferma llevándome un caldito de pollo, a quienes les he hecho guardia en el hospital cuando ha hecho falta, los que alguna vez se han esforzado por sacarme de la depresión haciéndome sentir que soy un ser valioso como todos, los que comparten conmigo sus logros personales y sus dichas familiares, los que se atreven a pedirme favores que a nadie más, por quienes y solo por su amistad, porque les quiero, he estado en situaciones inenarrables pero de las que al fin salimos triunfantes. Esos amigos a los que puedo llamar a cualquier hora y pedirles tiempo para hablar, los que me llaman en la madrugada porque no pueden conciliar el sueño, los que me tranquilizan cuando paso por alguna pena, los que aceptan el regaño porque saben que es con cariño, los mismos que luego llegan y dicen yo te ayudo a juntar piedras, nomás dime contra quién. En fin, podría escribir sus nombres, no son tantos, ni tan pocos y quizás no me alcance el espacio, pero no lo haré porque no les gusta figurar ya que ellos y ellas, en su mayor parte no son de los notables del pueblo, son gente común y no pocos son unos atorrantes genuinos (como en la canción de Serrat). Algunos de ellos y ellas han estado conmigo desde la infancia o la adolescencia, viven a mi lado o en la casa de enfrente, fueron condiscípulos en la Universidad o compartieron conmigo en los distintos ámbitos laborales, en la militancia o hasta en el Café. Las amistades surgen por afinidades y se prolongan por afecto. A esos amigos y amigas les deseo lo mejor de la vida este año y los que siguen, y espero que en un futuro, como dice uno de esos grandes amigos, tengamos oportunidad de vivir juntos nuestra vejez para compartir los achaques, el amor por los nietos, recordar tiempos pasados y por lo menos servirnos de bastón, en suma: seguirnos queriendo y apoyando.

Frida y Diego

El año pasado se celebró el centenario del nacimiento de la pintora Frida Kahlo y el cincuenta aniversario de la muerte del que era su compañero de vida, el muralista Diego Rivera.

ÉL. Diego fue, sin duda, el artista más representativo de nuestro país en el siglo XX. Hijo de un maestro de escuela con ideas liberales, desde la tierna edad de dos años manifestó su talento artístico, lo que más tarde lo haría acreedor de una beca para estudiar pintura en España y Francia. Durante su estancia en Europa no solo aprendió de los más destacados artistas de las vanguardias sino que iba a la par de ellos. La controversia que sostuvo con Picasso es histórica. Una vez que regresa a México, Rivera se convertiría en el creador más activo de la propuesta nacional en las artes plásticas. Con el apoyo de José Vasconcelos, los muros de los edificios públicos se pondrían a disposición del arte y de la ideología, conformándose como el más eficiente medio de difusión de una política cultural que era crucial en aquella etapa posrevolucionaria. Para los muralistas, Arte y Revolución van de la mano ya que el arte con contenido social se hace accesible sin restricciones al pueblo, estimulando una toma de conciencia estética y política de manera simultánea. Rivera destacó no solo como pintor sino que también mantuvo una decidida presencia como militante de izquierda en la política mexicana, siendo congruente con sus ideas hasta el fin.

Ella. Frida Kahlo estuvo a su lado por treinta años. No obstante los fuertes lazos que los unieron, hay que reconocer que Frida brilló por si misma y con sus propios recursos artísticos. La obra de Kahlo es mucho más intimista, incluso ha sido calificada como surrealista, producto tal vez de una visión de la vida determinada por el constante dolor físico que padecía como consecuencia de la polio infantil y del accidente que sufrió en su adolescencia. Gracias a la notable fuerza plástica de su obra, la pintora mexicana ha alcanzado reconocimiento mundial, convirtiéndose en uno de los íconos femeninos por excelencia del arte contemporáneo. Al igual que su pareja, conservó con firmeza la militancia política hasta sus últimos días. Durante sus funerales, en un gesto de fervor revolucionario, Diego colocó la bandera roja de la hoz y el martillo sobre su féretro.

La pareja. De ambos artistas, y de la vida en común que sostuvieron, se han escrito muchas páginas, han sido materia de cine y televisión, inclusive la Hayek (Salma) produjo una película en Hollywood, pero no deja de sorprender el anuncio de que en el 2009 los billetes de 500 pesos llevarán sus efigies. Resulta paradójico que un gobierno de derecha como el actual se proponga reconocer a estos dos activísimos militantes de izquierda, poniéndolos a circular literalmente de mano en mano. Me pregunto si ellos estarían de acuerdo, no únicamente con el hecho de aparecer ahora en el dinero circulante, sino en ser objeto de tan desmesurada iconofilia. Efectivamente, este año que termina, el año de Frida y Diego, se cayó en el exceso de la manipulación de dos personajes que ciertamente fueron trascendentes para la historia de la cultura en México, a quienes debemos reconocer con justeza sus aportaciones como artistas y figuras públicas, pero a los que en ese afán se terminó por deformar. Hubo de todo, muy buenas exposiciones, ensayos de crítica, ensayos biográficos, cine, televisión, hasta teatro musical. Sin embargo, la frivolidad gana sobre lo trascendental, al menos en lo que llega hasta la cultura de masas. Ha terminado el año de Frida y Diego y pregúntele a cualquiera que pasa por la calle de nuestro Chihuahua si sabe quiénes fueron estos dos personajes.

La Rueda sigue rodando.

Antes de su interrupción, con frecuencia en esta columna navegaban algunas historias tiernas acerca de los amigos y la familia, esas entidades que rodean nuestras solitarias existencias y sin las cuales seríamos totalmente infelices. Cada una de estas historias era como una novela por entregas. A menudo algunos lectores se acercaban para preguntarme si eran ciertas, a lo que yo solía responder que podían ser verídicas o solo verosímiles, según el ángulo, pero nunca falsas. Pues bien, entre las totalmente verídicas se ubica la historia del amigo por correspondencia a quien conocí en un encuentro de estudiantes durante la década de los setentas (hagan cuentas), al que nunca volví a ver físicamente, pero con quien mantuve prolongada correspondencia. Sus cartas, escritas en tinta verde y letra menudita, me procuraron muchos buenos ratos de gozo intelectual, permitiéndome alcanzar el reconocimiento más íntimo al que es posible llegar con otra persona en el intercambio libre de ideas a través de la palabra escrita. Claro, esto fue posible justo porque ocurrió en aquellos nostálgicos tiempos en los que el género epistolar todavía era practicado con gusto y no existía el Internet. Todo eso tenía su encanto. ¿Pueden imaginarse ustedes con cuánta emoción esperaba la llegada del cartero? Enseguida tomar el sobre, abrirlo con cuidado, apreciar el olor del papel y la tinta china, desplegar las hojas, observar el texto, leerlo, en fin, disfrutarlo con todos los sentidos, para luego darle continuidad a estos pequeños placeres con la redacción de la respuesta. Desafortunadamente “A” y yo nos perdimos en los vericuetos de la vida. No volví a saber de él en mucho tiempo. Durante décadas evité hablar del tema con la gente que estaba cerca de mi, me preocupaba que no me creyeran y que cualquiera pudiese pensar que “A” había sido invento de una imaginación desbordada. Conservé, eso sí, perfectamente guardadas en el cajón de las pequeñas cosas –el que describe Serrat-- algunas de aquellas cartas escritas con menuda letra verde, con matasellos de Sinaloa, Puebla, Veracruz, México y otros lugares. El desenlace ha sido increíblemente bello y tierno. Finalmente, gracias al Internet –de algo tiene que servir--, nos encontramos a través de la red y pudimos vernos después de más de treinta años. Pero, esa, es otra historia.

Reencuentro

¿No les ha pasado a ustedes, amigos lectores, que encuentran un amigo añorable que han dejado de ver durante años y cuando están ante él, hay emoción, hay cariño, hay todo, pero no hayan que decirse? Ustedes saben, no van a hablar con él de trivialidades, tales como la última vez que fueron al dentista o las ofertas del martes de verduras, por ejemplo. Más bien quisieran, de un plumazo, hablar de todo lo que se ha vivido, sufrido, gozado, de los crecimientos interiores, de las caídas profundas del alma, pero faltan esas palabras que pudieran expresarlo. Algunas personas no paran de hablar, otras se quedan mudas. Pues bien, algo así ocurre con esta escribidora y La rueda de Perq. ¿Por donde empezar? Recordándoles que Perq es un país mítico creado por la imaginación de Julio Cortazar. Según el escritor, los perqueos poseen una mirada convulsa acerca de las cosas debido a la peculiar rueda que inventaron. Rueda que rueda de manera “sui géneris”.

Decíamos ayer

“Decíamos ayer…” Dicen que dijo el sabio Fray Luis de León cuando regresó absuelto a su cátedra de Salamanca después de haber permanecido en las mazmorras de la Inquisición española durante casi cinco años, en donde había caído por atreverse a traducir, comentar y publicar el Cantar de los Cantares. En el libro sagrado de los estudiantes de Literatura Española, el famoso ladrillo “Diez Echarri”, se lee: “…cuando pasada la tormenta, cabe esperar de él –no olvidemos el natural colérico del que habla Pacheco- una condenación o desprecio, se levanta sobre las miserias de la vida y brota de sus labios la más hermosa frase de resignación o de olvido: Decíamos ayer. Su serenidad, su fortaleza interior se han impuesto: Los cinco años pasados en la prisión de Valladolid son un breve paréntesis que en su vida de sabio apenas cuenta”. No es el caso, ni mucho menos, Fray Luis era un hombre probo y esta autora es apenas una mujer, y no ha estado en las mazmorras de la Inquisición todavía. Sin embargo, la ausencia forzada de casi tres años lejos de esta columna ha dolido igual, por lo que aquí está y como dijo el salmantino “Decíamos ayer…”. Esta publicación regresa buscando reflexionar sobre el arte, los artistas, la cultura, la política, y, sobre todo, de la condición humana.