Amistad con Cuba
El amor por Cuba y su pueblo nos nace desde José Martí. ¡Quién no recuerda aquellos Versos Sencillos! : “ Yo soy un hombre sincero de donde crece la palma. Y antes de morirme quiero echar mis versos del alma. Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy: Arte soy entre las artes, en los montes, monte soy. Yo sé los nombres extraños de las yerbas y las flores, y de mortales engaños, y de sublimes dolores. Yo he visto en la noche oscura llover sobre mi cabeza, los rayos de lumbre pura
de la divina belleza…”. O aquellos de… “Cultivo una rosa blanca en Junio como en Enero, Para el amigo sincero, que me da su mano franca. Y para el cruel que me arranca, el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo, cultivo una rosa blanca”. Versos que aprendimos de memoria desde la tierna infancia luego de leerlos en los libros de texto de primaria. (Siempre me cautivaron y casi puedo visualizar las ilustraciones maravillosas que los acompañaban en esos añorados libros, los esenciales donde aprendimos la lectura.) Con más justeza debo decir que la amistad y complicidad entre ambas naciones tiene un carácter histórico gracias al origen común. Mancuerna que se ve ampliamente reflejada, entre otras manifestaciones de la cultura, en la literatura. Está el caso de los personajes surgidos de la inventiva de Alejo Carpentier en su novela “Concierto Barroco” –por cierto excelente— en la que un mexicano mestizo adinerado y su siervo negro cubano viajan juntos a Europa donde causan gran asombro, uno con su grandilocuencia nata y otro con su inequívoco talento musical. Van, cual amables conquistadores, para dejar honda huella en las costumbres y en la artes del viejo continente. Con ellos llevan el chocolate, la plata, una gastronomía deliciosamente mestiza, los ritmos afroantillanos y la triste historia del emperador Moctezuma, Cortés y
Si bien
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Agradezco a los amigos del Taller de Música Popular El Cántaro de Ciudad Juárez por haber subido
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