Monday, June 30, 2014

De cuando los Carrión vinieron al Club de Leones o Lanza tus penas al viento.


Llegamos temprano al Club de Leones, en punto de las 3 de la tarde, donde a pesar del inclemente sol de  junio ya había bastante gente  esperando que se abrieran las puertas del lugar. La expectación era grande pues en la tardeada de ese domingo se presentaban los legendarios Hermanos Carrión.
Desde hace años es costumbre en Chihuahua que los domingos por la tarde se destinen a la convivencia de las personas de edad madura  en salones de fiestas. El baile con orquesta se mantiene así como una tradición viva para el disfrute y solaz de los que, aunque ya pintan canas en las sienes, aún poseen un corazón que late fuerte y a todos los  ritmos posibles,  desde   la cumbia, el cha cha, el mambo  y el rock and roll.
Este divertimento atrae a los mayores pero también a los no tanto, así es que  cada domingo vemos  cómo conviven entusiastas bailadores de varias generaciones,  al son de  agrupaciones musicales casi  siempre locales pero con mucha experiencia, como la Soul de Camargo que es la orquesta que justamente en este día alterna con los afamados Hermanos Carrión.
Los Carrión iniciaron su trayectoria en el año de 1960 del siglo pasado, o sea tienen ya más de cincuenta años en el tablado. Entre sus éxitos se cuentan Lágrimas de Cristal, Las Cerezas, Magia Blanca y otras inolvidables melodías cargadas de sutilezas románticas que  en su tiempo hacían suspirar profundamente a las  adolescentes. Vea usted nomás: “ Siempre soñé que tú vendrías a mí,  y hoy que es así, creo estar soñando cuando tú me besas a mí..”; o esta otra: “Fueron lágrimas de cristal las que derramaste al partir, tu sueño voy construir para soñarlo en mi  soledad, …los diamantes que tu lloraste yo los guardé…”. Ni qué decir de aquel superéxito: “Oh, magia  blanca magia blanca que me embrujó, magia blanca tienes tú…”, y tantas otras infaltables en los bailes escolares de los sesenta y setenta del siglo pasado, que se bailaban de cachetito sin salirse del  cuadro y que toooodos los asistentes coreaban al unísono.
Pues bien, los adolescentes de aquellos días son los abuelos de ahora y como los ánimos no decaen sino por el contrario se incrementan con el transcurrir de las décadas, más de una centena de seguidores de los artistas se dieron cita aquel domingo de junio en el salón de la calle Carbonel, e igual que antaño  ovacionaron a sus  ídolos, los corearon y les aplaudieron a más no poder. Los Carrión, con más de setenta años de edad cada uno, demostraron estar  en óptimas condiciones físicas y artísticas;  y aquello de que  como los vinos, entre más años mejores, se cumplió totalmente.
Como en un  “volver al pasado”, cada set  de presentación de los Carrión  convocó a sus seguidores a colocarse frente al escenario, corear con mucho sentimiento las canciones, levantar los brazos, balancearse al ritmo de la melodía y tenerlos tan de cerca que casi  podían tocarlos  y establecer contacto visual con ellos. Estas escenas me hicieron recordar las viejas fotografías y reseñas de la época y me pregunto: ¿Cuántas de estas adorables cabecitas blancas de hoy fueron alocadas e  inocentes jovencitas  de  aquel ayer?  En eso estoy, cabilando, cuando un brazo se extiende hacia mi y escucho  la pregunta  obligada: ¿Bailamos? Levanto la vista para encontrarme con el rostro de un amable galán maduro que me ofrece su mano con ese gesto tan conocido, casi una reverencia con la palma abierta. Acepto.
Desde ese día  no dejo de  cantar para mi:  “…Si triste estás por un amor que te causó un gran dolor, en despejar ya haz de pensar  y lanza tus penas al viento, que el viento las borrará, lalala, lalala…”.



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