Mi abuela, doña María Trevizo, cultivaba una
extraña devoción por la crianza de cenzontles, “chontes” como se les dice por
aquí, y según recuerdo todo el tiempo había uno en su casa, allá en santa
Isabel. El sitio regularmente estaba inundado de los cantos
del ave, lo cual era motivo de
conversación y elogios de las visitas.
–María, pero cómo canta bonito tu chonte, se
escucha desde que viene una dando vuelta por la esquina de Balbina—decía la Tía
Lázara y soltaba una retahíla de
carcajadas de puro gusto, a lo que el ave respondía imitando las risotadas y aquello se convertía en un concierto musical de varios decibeles.
Se cuentan historias graciosas, como lo que
sucedió durante una crecida del río en que mis abuelos, ya ancianos, recibieron
la instrucción de desalojar ante el peligro de inundación. Un primo fue por ellos pero mi
abuelo, terco como él solo, se negaba a dejar el hogar y la abuela no tenía
corazón para dejarlo. El primo regresó a Chihuahua con el cenzontle en su
jaula como único pasajero, su dueña decidió ponerlo a salvo en primer orden.
El cenzontle es un ave sorprendente, su
nombre se origina del náhuatl y
significa “pájaro de las cuatrocientas voces” en alusión a la maravillosa
multiplicidad de su canto. Para los
antiguos nahuas, el cuatrocientos representa el número infinito, así pues
la variación absoluta del canto del cenzontle es incalculable
debido a su capacidad de imitación. Cada cenzontle imitará cantos y ruidos de
su entorno. No es extraño que ladren, maúllen o reproduzcan el canto de otras
aves, risas de humanos, gritos, máquinas y todo lo que posea notas musicales.
Bach habría palidecido ante el barroquismo y magnificencia del canto de esta ave.
Los cenzontles
fueron sumamente apreciados por los antiguos. Una hermosa leyenda purépecha dice que cuando Nana-Kuerari
(diosa de la Tierra) estaba esperando un hijo, quedó fascinada
por el canto del cenzontle. Nana-Kuerari pintaba miles de colores a las aves de
la Tierra, mientras el cenzontle posado en su hombro cantaba. Como este quedó
al final del ejercicio, y la pintura se había terminado ya, entonces la diosa
lo premió con 4 voces adicionales para que cantara también a los dioses del
aire (Tariatacha) y el agua (Tiripime-jhuarencha).
Con frecuencia se
le menciona en mitos, relatos, canciones y textos poéticos, como los versos del rey poeta
Netzahualcoyotl “Amo el canto del cenzontle,
pájaro de cuatrocientas voces; amo el color del jade y el enervante perfume de las
flores; pero amo más a mi hermano el hombre”, que aparece hoy en los billetes
de cien pesos.
El canto del cenzontle, o chonte, despierta admiración y la tradición de tenerlos en cautiverio se
mantiene vigente junto con la de criar
canarios, periquitos australianos, loros,
gorriones, clarines y otras aves canoras, tan del afecto de las
abuelitas. Si bien sigue habiendo
personas que gustan de mantener esta tradición, cada vez se pierden más los
misteriosos saberes que deben poseer
quienes se dediquen a esta actividad.
Mi madre heredó
la devoción de la abuela, así
que me consta de los extremos cuidados
que deben recibir estas aves para mantenerse en buen estado de salud y talante,
indispensables para que su canto sea prolijo.
He aquí las instrucciones de mis ancestras
para bien criar un cenzontle en cautiverio:
1. Los cenzontles solo se reproducen en
libertad, si se desea tener uno en casa se le captura valiéndose de trampas.
Verse atrapado le puede ocasionar un gran disgusto y morir del susto o del
enojo. También hay quien acecha los
nidos y los atrapa siendo todavía polluelos, pero estos tienen muchas menos
probabilidades de sobrevivir. En casa tuvimos uno que llegó jovenzuelo, todavía
no comía solo y le dábamos directamente en el pico con un dedo la purina para
pollos remojada. El pobre animalito llegó a creer que éramos sus padres, cada
que pasaba alguno cerca de la jaula pillaba y abría el pico pidiendo comida.
2.- Solo cantan los machos. Hembras y machos
son muy parecidos, si acaso las hembras son un poco más esbeltas pero no gran
cosa, confundirlos es frecuente y pueden pasar meses antes de percatarse de la
confusión.
3. Son territorialistas y de alas y cola muy
grandes en proporción a su cuerpecito, de ahí que necesitan jaulas de
buenas dimensiones que les permitan extenderse a sus anchas, pero sobre todo no
estar cerca de otro cenzontle macho porque se vuelven locos del disgusto y de
tanto aletear. Incluso a veces se abalanzan sobre los humanos extraños que se
acercan a la jaula.
4. La jaula debe asearse todos los días.
5. Renovar el agua diariamente; les agrada
bañarse por lo que es conveniente ponerles
dos o más recipientes con agua, uno para el baño y otro para beber.
6. La comida debe ser completa en nutrientes.
Mi abuela en sus tiempos les daba una mezcla de masa o mazeca con chile molido
revuelto con moscos secos y distintas frutas, moras, bayas, tomate. De pronto
el abuelo llegaba con algunos chapulines los soltaba dentro de la jaula. Mi
madre ahora les da purina y mosco, sin que les falten las manzanas que son de
su predilección. La broma familiar es que el chonte era mejor alimentado que
los hijos pues en más de una ocasión compraba manzanas de exportación para el
ave y para nosotros las chiquitas y agujereadas de segunda.
7.
Sacar la jaula durante el día para que vea el cielo y respire aire
fresco, a la sombra desde luego, no vaya a ser que le de insolación. De noche
meterlo a resguardo y colocarle una manta encima para taparle la luz. Las aves
funcionan con la luz del sol, despiertan al amanecer y lo normal es que al
atardecer duerman. Desafortunadamente para ellas, en la ciudad hay muchas luces
que las hacen confundirse, si ven luz creen que es de día y siguen comiendo y
cantando. Había un chonte muy cantador en casa de mi madre que cantaba sin
parar mañana, tarde y noche, le poníamos las mantas encima de la jaula para
hacerlo callar pero éste si veía una esquinita despejada se agachaba, sacaba el
pico y seguía cantando.
8. Finalmente recordar que todo ser vivo
requiere afecto, mimos y cuidados para desarrollarse bien. Lo mismo es con los
cenzontles en cautiverio, son bastante inteligentes y sensitivos, llegan a
reconocer a sus amos y a crear lazos afectivos con ellos. Si se les cuida
adecuadamente pueden vivir muchos años regalándonos con su
prodigioso canto. Sin embargo, digo yo, siempre será mejor para ellos vivir en libertad,
hacer pareja y reproducirse. No olvidar que “Aunque sea de oro la jaula, no
deja de ser jaula”.
No comments:
Post a Comment