Por razones de espacio, lo que me faltó escribir la semana pasada, es que en el estereotipo masculino de la brujas, éstas por lo regular son feas, viejas y arrugadas, capaces de espantar hasta al más valiente. Claro que en algunos mitos y en la literatura hay otros tipos de brujas. Por ejemplo Medea, la hechicera que atrapó en sus redes a Agamnenon, aunque luego se vengó de su abandono matando a los hijos. O también, en la literatura mexicana tenemos el personaje de Carlos Fuentes: Aura, bruja que podía aparentarse como joven, bella y seductora o vieja, fea y repulsiva sucesivamente. Qué tiene el personaje de Fuentes, que se mantiene eterna robándoles el amor a los hombres, por eso es bruja. En la antítesis, a la bruja se contrapone otro estereotipo masculino para lo femenino, la hermosa rubia, tonta y siempre dispuesta sexualmente Marilyn Monroe, que prefiere parecer retrasada mental antes que quedar mal ante los ojos varoniles. Estereotipo que surge con fuerza en las décadas posteriores a
Debe haber otro modo se ser humana
Las mujeres de hoy debemos dejar atrás los estereotipos, no podemos ser ni las brujas malas, ni las rubias tontas, ni las princesas encantadas, ni las virgencita-traigo-las- flores. Seamos nosotras mismas, permitámonos aprender de los errores y vanagloriarnos de nuestros aciertos. Sólo así podremos crecer. Como dijo Rosario Castellanos en su poema “Meditación en umbral”: “No, no es la solución tirarse bajo un tren como
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