Por Flor María Vargas
Totem .-
Objeto de la naturaleza, generalmente un animal,
que en la mitología de algunas sociedades
se toma como emblema protector de la tribu o del individuo,
y a veces como ascendiente o progenitor
.( RAE)
Parte 1
En mayo del año 2006 me encuentro en la cúspide de la
Sierra Mixe en Oaxaca, justo en la plaza central de Mixistlán de la Reforma. El
paisaje es inusitado para mí que provengo de áridas tierras norteñas, hacia bajo
se extiende un manto de techumbres entreverados entre el verdor de las
arboledas, hacia arriba la cumbre está ocultaba tras el sólido macizo de nubes
grises que amenaza lluvia. Sentada en una banca está una joven mujer ataviada
con el vestido típico de fiesta, la frente bordeada por el tocado tradicional
mientras en sus brazos acuna a su bebé de semanas de nacido. Parece una hermosa
“Madonna” plasmada por el pincel de algún artista. Me acerqué a conversar con
ella y hacerle cariños al bebé que sonreía sin temor al escuchar mi voz.
-¡Qué lindo y sano está tu bebé! ¿Con qué nombre lo bautizaste?
–
-Bryan Giovanni- me contestó con gran orgullo -
No pude menos que sonreír ante la ironía inconsciente
de los padres mixes al dotar de dos nombres exóticos a su hijo. Aunque en el
fondo si hay una intención, tal vez no muy explícita pero que ahí está, la de apoyarle
a trascender su origen indígena para pasar desapercibido en un contexto social
que discrimina sistemáticamente todo lo indígena.
Bryan Giovanni debe tener ahora 16 años, con suerte
se encontrará estudiando la preparatoria, quizás esté integrado a una banda tradicional
de música oaxaqueña, es probable que realice labores agrícolas junto a sus
padres, que tenga una linda novia y esté pensando en inscribirse en alguna universidad.
Si no tuvo esa suerte, quizás no terminó la primaria porque debió ponerse a
trabajar desde edad temprana para apoyar a su familia, o quizás fue captado por
algún coyote y traído a trabajar en los campos agrícolas del norte, desgajado
de su Sierra Mixe, trasladado en camiones de redilas como ganado, aventado en cualquier
campo, sometido a exigentes jornadas de sol a sol y deliberadamente inducido al
uso de sustancias que le ayuden a “rendir” la jornada. En el peor de los casos podría haber sido ya
incorporado al sicariato. Tal vez de nada le haya servido llamarse Bryan
Giovanni.
Parte 2
Darle nombre al hijo recién nacido regularmente es motivo
de grandes polémicas entre los miembros de las familias de hoy; el uso del santoral,
como se hacía hasta hace un par de generaciones, ya no satisface a nadie.
Ignoro si exista alguna antropología del nombre y si algún
investigador se haya puesto a estudiarlo, pero es evidente que a lo largo de la
Historia cada grupo humano ha establecido ritos, a veces explícitos, a veces
íntimos, para otorgarle nombres distintivos a los nuevos miembros de la familia
y de la comunidad. Hoy en día incluso está regulado por las leyes civiles como
parte del Derecho a la Identidad.
Entre los pueblos nativos de América se acostumbraba imponer
un nombre relacionado con el tótem protector que tendría el individuo (animal,
planta, río, cerro o deidad, según) a lo que se agregaba como referencia el de
los padres y de la tribu. Los evangelizadores resolvieron sustituir tal costumbre
con la del santo del día según el santoral católico como nuevo tótem y el
apellido del encomendero.
Hay otros ritos, como el de imponer el nombre del
padre al primogénito, o adjudicarle el de los miembros muertos de la familia a
los que van naciendo para relevarles. Cada uno de estos ritos se actualiza,
desde luego, de acuerdo a las dinámicas de las familias y el libre albedrío de
los individuos.
No obstante, seguimos utilizando el criterio del tótem
para darle nombre a los hijos, solo que la característica del tótem ha variado.
Recuerdo que en la película “Novecento” de Bertolucci, el patriarca de la
servidumbre decide bautizar al nieto bastardo del patrón, en un gesto de
extrema solidaridad que contrasta con el rechazo del poderoso, con el nombre de
“Olmo”, otorgándole al recién nacido las atribuciones de robustez y fortaleza que
caracterizan al gran árbol. Ciertamente Olmo se convertirá en el líder de la
comunidad en su vida adulta.
Hay quien elige nombres de héroes en la Literatura o
de la Historia. Los relatos bíblicos y las grandes gestas revolucionarias
aportaron importante materia prima para elegir nombres al momento que los
padres deseaban distinguir a sus hijos con un espíritu de grandiosidad. Abundan
los David, Moisés, Noé, Sara, Raquel o Betsabé. Napoleón fue muy socorrido y, aunque parezca
insólito, en Italia un señor Mussolini, de convicciones anarquistas, decidió
nombrar Benito a su hijo en honor al presidente mexicano de origen zapoteca
Benito Juárez; decisión bastante fallida porque el tirado fascista Benito Mussolini
poco honor le hizo al nombre que portaba.
Cada generación define sus paradigmas hasta para eso
y los nombres de los hijos son elegidos de acuerdo a los personajes
protagónicos del momento, como en un afán de garantizarles la protección del
tótem correspondiente y otorgarles personalidad o poder. Solo que muchas veces los
hijos resultan ser un fiasco, la responsabilidad les queda grande, simplemente
no son merecedores del nombre.
La era soviética dejó en el mundo miles de Lenin,
Vladimir, Iskra, Anton, Pavel, Valia; los
indigenismos procuraron los nombres de Cuauhtémoc, Cuitláhuac, Moctezuma, Teporaca,
Inti, Atahualpa, Eréndira, América, etc. Hay también los que son alegóricos: Esperanza, Caridad, Consuelo y en sus versiones
liberales: Libertad, Democracia, Victoria. Pero, insisto, portar un nombre con
tanta carga ideológica no siempre resulta afortunado, hay montones de lenines
que andan por ahí que son simplemente un fiasco o caridades que son una
diablas.
En la película de comedia “Flashback” de 1990, el
protagonista es un agente del FBI (Kiefer Southerland) , muy formal y
conservador, cuyo nombre verdadero era Free
Freedom y había crecido en una comuna hippie pero había renegado de todo ello para convertirse en un republicano agente
federal.
Yo por lo
menos conozco el caso de un hombre llamado Antón (por Makarenko), hijo de
padres dedicados a la educación y militantes de organizaciones gremiales de
izquierda, que no solo es ignorante, es el peor enemigo de la educación con el
que he tenido que interactuar. Es un fiasco total.