Por aquellos años comenzaba a hablarse con insistencia de la
Perspectiva de Género, cuando menos en el INEA se decidió aplicar este enfoque para
el diseño del Modelo de Educación para la Vida y el Trabajo, junto con otros
enfoques derechohumanistas. Mi entonces jefe, el Lic. “N”, quien buscaba
mantener un diálogo productivo con las ONGs de mujeres y que realmente estaba
convencido de la pertinencia de ese planteamiento teórico para construir
políticas públicas equitativas, organizó una conferencia en la ciudad más
importante de nuestra entidad estatal, a
la que invitó a mujeres representativas de aquella región. Estuvieron ahí destacadas
académicas de colegios y universidades, investigadoras, defensoras de los derechos
de la mujer y promotoras de organizaciones sociales, el tema: TEORÍA DE GÉNERO
EN LA EDUCACIÓN.
La expositora era la Coordinadora de los Proyectos
Especiales de la Dirección Académica del INEA nacional, quien gentilmente
aceptó viajar hasta acá para apoyar la iniciativa. La asistencia era numerosa, fácilmente
había unas 80 personas, tomando en cuenta que no era invitación abierta al
público.
Entre las asistentes estaba una señora reconocida por su
labor social. Ella estaba casada con uno de los magnates más poderosos de la
entidad y tuvo a bien invertir parte de las abundantes ganancias de las empresas del marido en
proyectos de beneficio social muy novedosas y exitosas en su tiempo. La dama
era todo un fenómeno local, sumamente empoderada, tanto por el poder que otorga
el dinero de su familia como por el reconocimiento y empatía que se había
ganado a través de su quehacer social (fundamentalmente por el dinero, digo yo
suspicazmente) . Los poderes de la ciudad estaban rendidos a sus pies porque,
de algún modo, ella y sus obras salvaban la mala imagen que le procuraban los
feminicidios y las drogas, aunque, de hecho, a la larga poco pudieron hacer
para marcar la diferencia, los crímenes contra mujeres se incrementaron y para
qué entrar en detalles respecto a la violencia del narcotráfico que se desató
unos cuantos años después.
La señora interrumpía continuamente durante la exposición,
parecía que no le cuadraba el tema de Género y ante cualquier reflexión, exponía
detalles de su experiencia. Sucedió, como sucede con frecuencia en estas
dinámicas grupales, que acaparó el micrófono, por lo que en determinado momento
la expositora dejó de darle la palabra, lo cual le provocó un gran enojo. Al
finalizar la conferencia, se fue directo hasta el Lic. “N” y le dijo en voz lo
bastante alta para que otros pudiésemos escuchar:
-Oye “N”, esa güerita no me gusta, a ver si la corres de
inmediato-
-Pero, señora, no puedo hacer eso- contestó el asombrado “N”.
-¿Por qué no, si tú eres el jefe?
- Porque no es mi subalterna, ella tiene una jerarquía de Dirección
en México.
-Entonces no la vuelvas a traer
Así, sin más, la señora mostró su lado oscuro. Típica
reacción de alguien acostumbrada a detentar poder. No resistió que se le
arrebatara el privilegio de ser la protagonista y centro de todas las miradas.
Lo peor de todo es que siempre hay arrastrados y lambiscones dispuestos a
cumplir con los caprichos del poderoso o poderosa del momento.