Sunday, November 13, 2022

DIOCITO ¿QUE HEMOS HECHO PARA MERECER ESTO?

Al conocer la verdad, decidí salir de ahí, me esperaban obligaciones familiares y ni al caso estar perdiendo el tiempo… me encaminé al elevador, el delegado me alcanzó y, al percatarse una compañera de que el jefe me seguía, se subió también. Mientras bajábamos, el señor, que sentía una gran satisfacción sádica al contrariar a los demás, me dijo en tono de reclamo burlón: -¿Cómo? ¿Se va? ¿Le va a hacer el desaire a MI GENERAL?- -No es eso- contesté muy prudente- mis hijos me esperan en casa-. Pero por dentro pensaba en la terrible situación en que estaba nuestra institución educativa, en manos de un sujeto vil y amoral que se prestaba a semejantes vicios de la política, propiciando el acoso sexual o más allá, la negociación de favores sexuales, y seguramente mis pensamientos se trasparentaban en mi rostro. Durante su gobierno, el PANISTA Francisco Barrio Terrazas designó delegado del INEA a éste sujeto cuyo único mérito era haber sido su condiscípulo en la escuela de Contabilidad. Para efectos del presente escrito, al personaje lo llamaremos Lázaro, aunque no es su nombre verdadero. Lázaro estaba completamente desquiciado. Por esos años, el INEA nacional había establecido un convenio con SEDENA para que los conscriptos llevaran a cabo su servicio militar en tareas educativas para jóvenes y adultos. Sistemáticos, amantes del orden y la disciplina como son en el Ejército, las actividades convenidas marchaban de maravilla. La posibilidad de cumplir con el servicio militar en tareas sociales y educativas resultó ser un gran estímulo para los jóvenes. En verdad encontramos militares muy comprometidos con las tareas de organización y capacitación, así como entre los conscriptos excelentes promotores educativos, docentes y alfabetizadores. El convenio con SEDENA obligaba a la institución educativa a interactuar y mantener comunicación constante con los militares. Hasta aquí, todo bien. Lázaro solía referirse al general de la zona como MI GENERAL. Mi general para acá, mi general para allá. Por un buen de meses no se le caía de la boca MI GENERAL. Uno de esos días la secretaria asistente del delegado llamó a varios de los subalternos, jefes de departamento, jefes de oficina, analistas y hasta algunas secretarias, para invitarnos a una reunión tipo comida a la que debíamos asistir de manera OBLIGATORIA. Para ello la institución rentó el salón del penthouse de un famoso hotel, nada barato. Estaban “echando la casa por la ventana” para este evento. Supusimos que se trataría de una comida de trabajo, aunque no habían circulado las invitaciones oficiales ni el programa de contenido temático de la reunión, ni nada. Tal como mandaba la instrucción, asistimos. Nos encontramos con todo dispuesto para un banquete, en la mesa principal nuestro delegado, el general y unos personajes desconocidos, entre ellos una despampanante mujer. Ella, extraordinariamente hermosa pero, también, excesivamente joven, tal vez unos 17 a 19 años de edad. Amenizaba un trío musical. ¿Un trío en una reunión de trabajo? ¡Vaya! ¡Insólito! Los platillos fueron servidos y los comensales hicimos lo esperado: comimos. ¿Y luego qué? ¿A qué horas las palabras, la descripción del objetivo de la reunión? Nada. De pronto se corrió el rumor de que la “comida de trabajo” era un pretexto del delegado para llevar a cabo una reunión de acercamiento entre el general, la joven y su familia. O sea que nuestra institución, nuestros recursos, estaban siendo utilizados para un asunto de faldas. Lo cual me indignó, consideré que no podía permanecer y decidí salir de ahí. Volviendo al inicio del texto: Mientras bajábamos del penthouse, Lázaro, la compañera y yo, éste seguía con su charla aparentemente casual pero perfectamente concebida para hacerme notar que tenía el respaldo del representante del Ejército gracias a su disposición de “ponerle” la muchacha a la mano, así como para mostrar PODER y atemorizarme. --Es que la señorita está muy guapa y MI GENERAL quiere quedar bien con sus papás- seguía Lázaro dando explicaciones que nadie le había pedido- MI GENERAL está muy contento y yo voy a quedar muy bien parado con él y usted cuando se dirija a él no olvide decirle MI GENERAL En ese punto, la compañera se enfrentó a Lázaro y le dijo en tono bastante enérgico –Pues ya váyase a atender a SU GENERAL, porque es SU GENERAL no de nosotras y ya déjenos en paz, a Flor y a mí también. Me quedé absolutamente sorprendida por la reacción de la compañera, una humilde trabajadora, eficiente secretaria, pero con un rango laboral que la ponía totalmente expuesta a la venganza del jefe. Personalmente había pasado por una mala experiencia de acoso laboral con ese mismo sujeto y tuve que echar mano de todos los recursos posibles para defenderme cuando me trasladó a Nuevo Casas Grandes y a Juárez para desquitarse por haberlo rechazado. De cualquier modo, le agradecí infinitamente a la compañera por no haberme dejado sola en aquel elevador. Lo que debo admitir es que siempre me quedó la duda de si aquella “comida de trabajo” fue por requerimiento del general o de la familia de la muchacha, o bien, ocurrencia de Lázaro, de los que si era capaz. Nunca lo sabré porque más bien he preferido no saber. Del tal Lázaro guardo un sinfín de anécdotas, algunas las he descrito en otros textos, de lo que no debe hacerse como funcionario público. No obstante, nunca he mencionado, hasta ahora, el terrible sentimiento de decepción y desolación que se sufre al ver que la institución que tú amas porque creciste profesionalmente en ella bajo la convicción de su misión trasformadora en beneficio de la nación y de la gente, esté en manos de personajes inescrupulosos y sádicos, que una vez que se suben a su ladrillito se creen omnipotentes, o sea están seguros de que pueden hacer lo que les venga en gana con la vida de los subalternos y con los recursos de la institución. En ese tiempo yo estaba- estoy todavía- convencida de que al gobierno estatal PANISTA poco le interesa la educación, menos la educación de los adultos, la educación indígena, de los migrantes, na´aa, su chata mirada solo llega hasta la SALLE o el ITESM, a lo sumo sabe que existen la UACh y la UACJ porque son bastiones políticos. De los TEC ni se acuerdan. Pero de ahí pa´bajo, le importa muy poco si sus colaboradores partidistas se roban el dinero de los uniformes del COBACH, si se distribuyen o no los desayunos escolares para las escuelas en zonas marginadas, entre otras cosas. Por ese desprecio llegan cualquier tipo de sujetos o sujetas, así como Lázaro, a apoderarse de instituciones cuyo papel es crucial para el bienestar social, pero con el lente clasista en la mirada. En fin, solo me queda preguntar al cielo: ¡Diocito! ¿Qué hemos hecho para merecer esto? ¿Por qué nos mandas estos gobernantes y estos funcionarios?

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