Por Flor María Vargas
Allá en mis tiempos de revuelta
estudiantil no había mayor pecado que cargar “propaganda sediciosa” en la
mochila. A más de uno se lo llevaron a la Comandancia de policía y le dieron su
calentada por encontrarle en el bolsillo de la camisa algún volante con consignas
como “Por una Universidad para el Pueblo”, “Los obreros al poder”, “Muera el
mal gobierno” , “Por una educación democrática y popular” y otros por el
estilo. Ah y si llegaba la chota a tu casa, entraban amagando a tu abuelita y
te hallaban un paquete de libros debajo de la cama de autores como Marx o Lenin,
ibas directito a las mazmorras de la Zona Militar acusado del delito de Sedición
o de Organización delictuosa y hasta podías no volver a aparecer con vida.
Hoy en cambio, la sedición se
mide en likes de Facebook y otras redes. Con una sonrisa casi irónica dibujada
en el rostro, recuerdo la confesión que me hizo cierto amigo hace poquitos
años, director de una dependencia de gobierno, de que continuamente le hablaban
de “Gobernación” del estado para darle el parte de los likes inconvenientes de
sus subalternos y el peor de todos -me dijo- es el maestro E.S. que se la vive
dándole likes al tal AMLO y ya no se qué hacer porque no acata la indicación de
redireccionar sus likes a las acciones del gobernador. Con todo, debo reconocer
que este amigo se mantuvo firme y nunca aceptó las presiones para despedir al
maestro E.S., por el contrario, lo sostuvo.
Pues si, estimados lectores,
aunque no lo crean, hoy en día te indican desde las oficinas de las autoridades
en turno, a quién le debes dar like y a quién no. Peor aún te espían para saber a quiénes les das like, cuántos likes les das y quiénes te dan like a ti. ¿Absurdo,
no? ¿Qué los espías no tendrán otra cosa qué hacer que sea más productiva? Por
lo pronto, si no quieres resultar ejecutado real o virtualmente algún día,
fíjate a quiénes les das “like” en Facebook, “Corazon” en Instagram o retwit en
Twitter, no vaya a ser…
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