Monday, December 15, 2008

Mujer, casos de la vida real.


Hay historias que de no ser porque tienen visos trágicos podrían ser bastante cómicas, como la de Helena y Chelito que se conocieron en medio de una situación adversa. Helena trabajaba en una dependencia del gobierno cuando en una ocasión un sujeto la abordó en el elevador. Después del buenos días le dijo: La he estado admirando de lejos y tengo una curiosidad: ¿Qué hay detrás de las bolsitas superiores de su blusa? Ante semejante comentario Helena enrojeció y muy seria salió del elevador en cuanto pudo. Cual no sería su sorpresa cuando unos meses más tarde, con motivo del cambio de administración sexenal, el tipo del elevador fue presentado como el nuevo director de la dependencia. ¿Sobre qué méritos? Los de ser amigo del de arriba. De inmediato le llamó y le expresó su intención de hacerla jefa de departamento, quesque para ayudarla a brillar con toda la luz que la iluminada, y enseguida le ofreció hacerla vocera oficial del organismo. Claro que, agregó, será necesario que su oficina esté cerca de la mía y tendremos que viajar juntos por lo que pronto la gente va a pensar que somos amantes ¿Está de acuerdo? Helena recapacitó: Efectivamente sabía que tenía la capacidad y experiencia suficientes para tomar el puesto que le ofrecían y además se lo merecía, pero eso de que fueran o parecieran amantes pues…como que no. --Voy a pensarlo-- le contestó para ganar tiempo. Pasaban las semanas y cada vez que el señor insistía ella le daba largas poniendo más condiciones, sobre todo las de conducta el sujeto, ya que era evidente la falta de probidad del hombre. El episodio concluyó cuando el jefe la mandó retirar de su cargo de una manera afrentosa y le pidió entregara el puesto a una nueva contratación: Consuelo, quien era una bien intencionada mujer, joven, guapa y madre soltera que necesitaba empleo con urgencia, la que sin pensarlo mucho tomó la oferta. Así fue como Consuelo, Chelito para los amigos, terminó siendo la vocera del organismo y la más fiel seguidora de su jefe; tuvo su oficina enfrente y le acompañó a todos los viajes de comisión. Se veían muy armónicos hasta que, luego de un tiempo comenzaron a notarse rispideces entre ambos. Una sospechosa pancita asomaba de entre las ropas de Chelito y el hombre –al fin rajado como todos los machos—no quiso reconocer la paternidad del ser que venía en camino, sino por el contrario la acusó de querer comprometerlo siendo él casado e inocente (¿?). El sujeto la despidió sin consideración a su estado. Por solidaridad femenina las dos mujeres terminaron siendo amigas y hoy se ven de vez en cuando. Ah! que retonta mi Chelito, le dice Helena, cómo fue que te dejaste engañar, así son estas alimañas, en cuanto tienen algo de poder, además de hostigadores se hacen más rajuchis; desde luego Chelito ganó el pleito laboral y tiene a su Consuelito, una preciosa niña igualititita a su padre, aunque espero que sea nada más en lo físico.

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