Thursday, December 25, 2008

Non, rien de rien.




Cuando armada de la potente y singular voz que la caracterizaba, y que le valió el nombre artístico de “Piaf” (gorrión), la cantante Edith Giovanna Gassion cantó por primera vez la canción “Non, je ne regriette rien” probablemente nunca imaginó las alturas que alcanzaría. La dedicó con solidaria ironía a la Legión Extranjera, mítica institución del ejército francés a donde iban a parar los exiliados por voluntad propia. Enlistarse en la Legión Extranjera significaba romper con todo, familia, amigos, amores, e irse a vivir unmil aventuras que terminarían por curtir el alma y el cuerpo lejos de la calidez de la madre patria. Siempre era una solución para los decepcionados de la vida. En ese momento Francia se hallaba convulsionada por la guerra que se libraba en Argelia, en donde finalmente se impuso el espíritu libertario ganando su independencia política el país africano. Con ironía y todo, la canción “Je ne regriette rien” fue adoptada como el himno distintivo de esta fuerza militar y todavía se canta en los desfiles: Non, rien de rien, non, je ne regriette rien.

Se acaba el año 2008 en el cual no nos fue nada bien, hay que admitir por lo menos que los astros se hallaban encontrados y que la sociedad chihuahuense, así como nosotros los individuos que la integramos, nos vimos rebasados en más de una forma. Los feminicidios ya no son novedad, en todo caso fueron un aviso de lo que vendría después; si tolerábamos con bastante holgura la muerte de tantas mujeres víctimas de la violencia de género, menos nos iba a importar la muerte de tantos hombres jóvenes ejecutados por el narco. Ya la gente se toma justicia por propia mano y se sabe de la incorporación de cada vez más jóvenes a esta guerra sin sentido. Mientras que la gente común vemos con tristeza y temor el desplome de nuestro entorno social, la cultura de la violencia se posesiona cada vez más de las conductas colectivas y los políticos viven obsesionados con la carrera electoral del 2010.

Pero no nos quejemos más, mejor comencemos de nuevo. Hay que hacer algo –dicen todos mis amigos y amigas—. Pues si, hay que hacer algo, algo que sirva para construir nuevas formas de convivencia. ¿Podremos?

Por lo pronto cantemos junto con Edith Piaf: No, nada de nada. No, no me arrepiento de nada. Ni el bien que me han hecho, ni el mal, todo eso me da lo mismo. No, nada de nada. No, no me arrepiento de nada. Está pagado, barrido, olvidado. Me da lo mismo el pasado. Con mis recuerdos Yo prendí el fuego. Mis tristezas, mis placeres. Ya no tengo necesidad de ellos. Barridos mis amores, con sus trémolos, barridos para siempre. Vuelvo a partir de cero. No, nada de nada. No, no me arrepiento de nada. Ni el bien que me han hecho, ni el mal. Todo eso me da lo mismo. No, nada de nada. No, no me arrepiento de nada. Pues mi vida, mis alegrías hoy comienzan contigo...

Después de todo, la canción de Piaf es algo así como: “Termina una era, comienza otra, el pasado me importa un bledo”.

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