Tuesday, September 30, 2008

Cada piedra es un pedazo de sol

Cada piedra es un pedazo de sol

Amo Zacatecas con su aire de urbe primigenia. Algo deben de tener las piedras con las que se hicieron estos edificios, canteras desgajadas de los cerros por la fuerza que fueron cobrando forma gracias al diestro cincel de artesanos y albañiles; unos las enternecieron hasta hacerlas florecer en encajes y filigranas; otros les dieron orden y jerarquía para convertirlas en acueductos y fuentes de agua, en torres y naves magníficas de templos misteriosos, en quicios y dinteles de puertas y ventanas, en adoquines y escalinatas y elevados muros protectores. Descubro que la piedra, lejos de ser fría guarda una cálida correspondencia solar. Cada piedra es un pedazo de sol ardiente que calienta y protege. Con el corazón atrapado entre esas altas paredes, amorosa recorro sus calles empedradas y pienso en el origen. Tal vez mi abuelo, Daniel Vargas Torres, igual que decenas de mineros cada mañana recorriera estos senderos rumbo a la mina en aquellos años porfirianos cuando la ciudad florecía gracias a la minería; quizá también sufriera la ingrata vida del minero durante la dura y extensa jornada de trabajo, y muy probablemente a la salida entrara en alguna de las muchas cantinas donde terminaría tomando una guitarra entre sus manos para cantar alguna nostálgica canción de los tiempos del cólera. Con suerte ahí le entró el gusto por hacer versos que luego trasmitió en sus genes a nietos y bisnietos.

Dylan was here

El pretexto perfecto para ir a Zacatecas lo dio el concierto masivo de Bob Dylan, el único gratuito que ofreciera el legendario compositor durante su gira por México. Alrededor de 20 mil espectadores con edades que abarcan hasta 5 generaciones, entre los 60 y los 20, nos agrupamos ese día en el zócalo de la capital de aquel estado. Afluencia notabilísima tomando en cuenta que la ciudad no alcanza aún los 500 mil habitantes. Miles llegamos hasta allá procedentes de Coahuila, Nuevo León, Durango, San Luis Potosí, Nayarit y Chihuahua. No era para menos, la posibilidad de presenciar la presentación del artista del rock cuya fama y trascendencia solo es competida por los Beatles era un potentísimo imán que cumplió su cometido, con la subsecuente derrama económica favorable a la industria turística de Zacatecas. Ahí estuvimos, pues, respirando, coreando y balanceándonos al compás de los más conocidos temas de Dylan escritos desde 1962 hasta 2007, siempre reinterpretados nunca repetitivos, renovados cada vez cual ave fénix “Forever young”.

Una vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida

Alentada por la agradable compañía de las amigas, esta que escribe emprende el largo camino de subida al cerro de la Bufa donde se encuentra el monumento a los caudillos de la famosa gesta heroica conocida como “La toma de Zacatecas” --Pancho Villa en el centro--. No obstante la majestuosidad del paisaje, lo más notable de la visita fue hallarnos, justo en los muros de la capilla que corona el punto más elevado del cerro, un letrero escrito con tinta indeleble que dice: “Por siempre estarás en mi corazón. Nunca te voy a olvidar”, inusitada declaración de amor en la que la palabra corazón es sustituida por el clásico símbolo gráfico por todos conocido. Tuve entonces una revelación: Volveré porque “… una vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”. Se ama con el corazón y mi corazón está en Zacatecas.

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