Tuesday, September 30, 2008

Desesperanza


En tiempos de inestabilidad, las personas y los pueblos van perdiendo la visión de futuro, quiero decir de un futuro aceptable. En esos momentos pareciera que los valores sobre los cuales se fincaron las expectativas de un mejoramiento personal, familiar y como sociedad, se perdieran en la nada; crece la desesperanza y la incertidumbre poco a poco va apoderándose de todos los actos sean individuales o colectivos. Se buscan entonces formas alternativas de pasar el trance, el milenarismo florece, se recrudecen los fanatismos religiosos y no pocos acuden al pensamiento mágico tratando de encontrar certezas. Quizá sea en el Tarot, en los asientos del café o en las líneas de la mano donde pudiesen encontrarse las respuestas a las eternas interrogantes de la existencia como son el amor, la vida, la muerte, de las que nadie está exento.

Quiromancia

Entre el anecdotario personal se encuentra mi primera experiencia al respecto, cuando hace años cierta amiga mía, una persona de formación religiosa muy estricta, sintiéndose avasallada por la más profunda crisis de fe imaginable, optó por acudir a estos recursos en busca de soluciones. Para darse valor me mandó por delante, así fue como entré en primer turno con aquella célebre quiromántica que nos atendió una tarde de primavera. Envuelta en un aire misterioso la mujer me tomó la mano, hizo la lectura de las líneas y… desde luego hubo revelaciones, algunas acertadas, otras no tanto, pero en fin, después de eso mi vida nunca volvió a ser igual. Vives penando de amor, me dijo (cierto, pensé) y agregó: estás enamorada del amor (muy cierto, volví a pensar), solo que nos has conocido aún al hombre que es el amor de tu vida (¿no?). El nombre del hombre que es el amor de tu vida comienza con la letra “A” y ahora se encuentra muy lejos (¡Caray! ¿qué tan lejos estará?). Pues bien, el dichoso “A” no se ha aparecido todavía, y yo no puedo evitar cada vez que conozco a alguien interesante, así se llame con L, M, P o J, preguntarle si acaso tiene un segundo nombre o apellido que comience con “A”, por si las dudas, y de cuando en cuando regreso con mi quiromántica preferida tratando de entrever algún venturoso arribo. Solo que para mi desgracia, en las cartas de mi Tarot unicamente se ven enemigos: --Te acecha un hombre de aspecto gorilezco –dice la adivina – apoyado por una mujer con mucho poder (¡Oh, cielos!¿Pinochet y la Tatcher?). Como ven, queridos lectores, nadie esté exento de sufrir los avatares de la incertidumbre, ni la que esto escribe. Por eso prosperan los de la “Esperanza”…

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